La madera de boj es tan dura y pesada que no flota. No puede construirse una casa en la Costa de la Muerte con madera de boj, porque sería, simplemente, el preludio de una ruina segura. Lo sentimos, Don Camilo, pero por mucho que usted se empeñe, no puede ser. Sin embargo, podría decirse que –metafóricamente– usted lo logró. Ardua tarea fue la que se marcó para tal fin. Trataré de contarlo a su manera para ver si soy capaz de comprenderle.
Quiso usted, Don Camilo, ser escritor desde muy temprana edad y es bien sabido que con el paso de los años lo conseguiría, aunque para la mayoría ya lo era desde que engendró a un tal Pascual Duarte, allá por el año 1942, el tal Pascual parece que le dio unas alas literarias que ni siquiera usted sospecharía, a no ser que no se hubiera dado el caso de que la novela fuera la precursora del tremendismo, el tremendismo no es más que un género literario que destaca por la crudeza de de la trama y un lenguaje duro, trágico y dramático, cuando sacó a la luz su Pabellón de Reposo fue cuando recibimos claramente las sensaciones que usted debió experimentar en ese periodo de retiro en Sanatorio antituberculoso de Guadarrama, tiempo aquel en el que seguramente ya estaba mascullando la que sería la gran batalla de su vida literaria, Madera de Boj, la madera de boj, como usted bien sabe, se usaba para demarcar jardines y también para fabricar algunos instrumentos musicales, pero nunca para construir casas, en La Colmena nos cuenta –siempre a su manera– muchas cosas, tenía que encontrar la forma de contarnos toda la historia de la Costa de la Muerte encerrada en poco más de trescientas páginas y se decidió a hacerlo sin prisas, como sólo un maestro sabe, unos meses antes de recibir el Nobel ya se había decidido, por fin, a ejecutar la gran obra de su vida, pero el Nobel volvió a trastocar todos sus planes, convirtiendo Madera de Boj en una leyenda, en una novela poética que pareciera que nunca vería la luz, pocos autores españoles han logrado el Nobel –usted es el quinto, si no me equivoco– y, claro, corría el riesgo de morir de éxito, para usted el éxito siempre fue –permítame que cite sus palabras– … como el ruido de la mar, el ruido de la mar no va y viene, sino que viene siempre zás, zás, zás, zás,zás, zás…, dos novelas más, aparte de unos cuantos ensayos, cuento, novelas cortas, algún libro de viaje, en fin, que parece como que no durmiera usted .
— ¿No será que tenía usted más de dos manos?
— No, hombre no, eso se dice, pero también es tremendismo.
— Claro, aquí cuando uno triunfa le sacan hasta los hígados.
— Eso también es verdad.
Lo que está claro, Don Camilo, es que escribir toda una novela sin apenas signos de puntuación y que haga revivir el placer de la lectura no es posible a no ser que su autor sea uno de los mejores escritores que ha parido España en los últimos cien años, al final resultó que terminó Madera de Boj, a pesar de todas las inclemencias y torturas sicológicas que se fueron interponiendo en su camino.
Fue usted, Camilo José Cela, nuestro Nobel, el Nobel que tenemos más presente los de nuestra generación y Madera de boj, una novela, poesía narrativa o melopea – quién sabe - un caballo de batalla que tuvo casi toda su vida y al que finalmente venció.
Siempre le echaremos de menos, Don Camilo.
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Madera de Boj
Autor: Camilo José Cela.
Fecha de publicación: 23/06/2001
ISBN: 978-84-239-1712-9
Formato: 11,2 x 17,4 cm.
Presentación: Rústica sin solapas. 288 páginas
Editorial: Espasa. Colección: Austral