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Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas

Desde su primera publicación, la historia de Alicia ha sido uno de los clásicos más apreciados de la literatura infantil.

Cuando Charles Lutwidge Dodgson – más conocido como Lewis Carroll - se dispuso a dar un sentido conjunto a una serie de historias disparatadas que contaba a tres niñas, hermanas ellas, amigas de la familia, lo que no imaginaba es que con el paso de los años, de los siglos, su onírico relato daría lugar a la más variopinta expresión de su obra en los más que inimaginables formatos, tales como películas, series de televisión, teatro, ópera, comics,.. Y ahora voy yo y, de repente siento cómo esta obra literaria se ha apoderado de mí.

Pues sí, porque ayer tuve un sueño y ya no sé si hay algo que no estaba previsto. Resulta que descubrí que la historia de Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas no puede ir adelante sin algo que la empuje a avanzar. Tal es así que yo mismo tuve que darle a nuestra protagonista un trozo de pastel que la hiciera crecer más allá de lo posible. A partir de ahí, todo comenzaba a fluir como debía. En fin, lo intento y no me sale. Está claro que yo no soy capaz de describir un sueño; o quizás sí, pero seguro que no le daré esa esencia que Lewis Carroll logró imprimir en Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.

Y es que, fijaros bien que los sueños suelen ser abstractos, inconclusos la mayoría de las veces, con un argumento pobre o, al menos, corto. Los sueños duran lo que dura un suspiro, aunque nos creamos que hemos vivido una telenovela. Si fuéramos capaces de concatenar un sueño tras otro, encontrando vínculos naturales que no resultaran forzados; si fuéramos capaces de contar paso a paso lo que hemos soñado, sin olvidar nada; si lográramos alguna vez recordar nuestra historia 24 horas después de haberla soñado, pero entera, no como un boceto, a retazos, entonces y sólo entonces seríamos capaz de llegar a ser un atisbo de Lewis Carroll. Pero no hace falta estar dormido, no, pues despierto también se sueña y, si quieres que se cumpla ese sueño, o poder contarlo con pelos y señales sólo tienes que comprender qué pinta por allí un conejo blanco con un reloj, el cual siempre tiene prisa, un sombrerero, animales que toman el té, gatos invisibles o naipes que sólo atienden a lo que dice la reina de corazones. ¡Ay, la reina de corazones…! Si fuéramos capaces alguna vez de hacer frente a la reina de corazones podríamos cumplir alguno de nuestros sueños.

En serio, leed con atención este libro, porque todos los personajes que van pasando por el sueño de Alicia son más que conocidos por cada uno de nosotros. Encontrad a cada personaje en vuestros propios sueños, en vuestra propia vida y tomaos la libertad de decidir cuál de ellos es real y cuál no. Al fin y al cabo, una de las ventajas de los sueños es que podemos borrar todo aquello que queramos. Tan sólo es necesario despertar a tiempo.

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Lewis Carroll
Robert Ingpen
Russell Ash
ISBN: 978-84-9801-416-7
192 págs.
19,5 x 23,5 cm
Cartoné

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