Probablemente todos conozcáis lo que le ocurrió a Gregorio Samsa un día en la habitación de su casa. Si, es ese pobre hombre que se convirtió en un insecto monstruoso, después de un sueño intranquilo. Son varias las interpretaciones que se dan a La metamorfosis, de Kafka, pero quizás ocurriera que hubiera alguien con Gregorio en la habitación, de cuya presencia nadie se hubiera percatado. Es posible, por tanto, que el propio Gregorio Samsa le confesara a esta tercera persona lo que realmente le estaba ocurriendo y el por qué de todo este despropósito.
Es verdad lo que nos cuenta Kafka cuando dice que al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Y, según la leyenda que ha llegado a mis oídos, el inesperado y nunca mencionado confesor que se encontraba allí ofreciendo su hombro al pobre de Samsa, debería haber dejado alguna prueba de la realidad de este desagradable espectáculo al que estaba asistiendo.
Parece ser entonces que Gregorio Samsa se había convertido en ese monstruoso insecto por decisión propia y con el ánimo de perpetrar una de las mayores venganzas contra todo lo que le oprimía y esclavizaba, para terminar suicidándose. Gregorio Samsa es un superhéroe cuyo poder queda muy lejos de ser algo fortuito e inesperado como Kafka quiere dar a entender. Nuestro hombre se está vengando y las víctimas de su venganza sufrirán ésta hasta el fin de sus días. Eso sí, jamás se ha visto una forma tan enrevesada de tirar la toalla…
Lo que le ocurrió a nuestro protagonista es que estaba muy harto de trabajar para la panda de vagos que eran sus padres y su hermana, los cuales se habían acomodado en una posición en la que recibían casi sin moverse, a costa del trabajo de Gregorio en una empresa, cuyo gerente, además, era acreedor de una deuda de su padre. De esta forma, el hijo debería ir pagando dicha deuda en cinco años con parte de su trabajo. Por otro lado, el ambiente en la empresa era bastante hostil y la estructura piramidal de la misma, a la antigua usanza y muy fuertemente arraigados los conceptos de jefe autoritario contra empleado sumiso. Así un día, y otro, y otro…
Muchos – la gran mayoría – habríamos tirado la toalla y quizás habríamos abandonado a todos los parásitos que revolotearan a nuestro alrededor. También, quizás, habríamos cogido al jefe por las solapas y le habríamos gritado un contundente ‘¡ahí te quedas!’ Y nos habríamos quedado tan a gusto. Pero resulta que no suele ocurrir así. Si alguno se atreve a hacer todo esto, seguro que no termina de llenarse, con lo que – tras pensarlo un poco – acabamos claudicando y volviendo de nuevo a la rutina. Puede entonces que caigamos en una tremenda depresión y nos auto marginemos sumiéndonos en la más absoluta soledad, haciéndose cada vez más complicado encontrar la salida. Pero Gregorio Samsa quiere salir de esta triste y poco reconocida vida y lo hace. Pero lo hace a lo grande.
Harto de todo, habiendo elevado su aguante a la categoría de máxima expresión, decide tirar la toalla, pero lo hace a lo grande, como sólo los más excelsos artistas serían capaces; se convierte en insecto y provoca que todo aquel que parasitaba en su entorno le deje de lado y tenga que sufrir las consecuencias. ¡Magistral!