Continúa Galdós mostrándonos su preocupación por una España que va a la deriva y nos lo muestra haciendo un alegato firme contra la guerra, contra todos los tipos de guerra y, más aún, contra las guerras civiles.
Independientemente de las ideas o tendencias políticas de Galdós, vamos a disfrutar otra vez de una prosa magistral con la que novela la historia de la España de primera mitad del siglo XIX. En esta tercera serie nos presenta a su nuevo personaje, el que nos va a ir contando las penas y glorias de una España desdibujada y desenfocada por el enfrentamiento entre los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón y los de Isabel II. Nueva lucha de poder y ambiciones de trono que va a desembocar en la primera Guerra Carlista.
En el centro de la historia está el romántico Fernando Calpena, personaje que escoge Galdós para hablarnos de nombres de los que hemos oído hablar una y mil veces, pero que, en muchas ocasiones, no logramos encajar en un contexto cronológico. Gracias a la “ficción histórica” de Galdós vamos a conocer por fin a Zumalacárregui, Mendizábal o el mismísimo Espartero – si, el del caballo –, también conocido como Príncipe de Vergara y, por si no lo tuviéramos claro, leer esta tercera serie de los Episodios Nacionales nos va a brindar la oportunidad de colocar todos estos nombres en su momento correcto y de una forma más que amena, dada la manera de intercalar novela de ficción, sus intrigas y tensiones, con la historia real de España. Todo un ejercicio de maestría que acerca una cultura necesaria incluso a los más indómitos.
¿Podríamos cualquiera de nosotros explicar la historia de España desde 1990 – por ejemplo – hasta 2013? Poneos en situación y haced un esfuerzo… Esto es lo que hace Galdós y, para ello, crea personajes ficticios de tal forma que es capaz de narrar la historia desde el punto de vista del ciudadano de a pie, utilizando diversos métodos y estilos que hacen que su lectura sea amena y entretenida, a la vez que necesaria. En esta tercera serie, echa mano de la literatura epistolar, es decir, intercambio de correspondencia entre unos y otros personajes de todo tipo de condición e ideas políticas, con lo que logra establecer unas reglas del juego en la que los dos bandos – esos que se anquilosaron en España hace casi dos siglos y que aún continúan entre nosotros – juegan las mismas cartas.
Una vez más os recomiendo, sin dudar y sin cansarme de hacerlo, la lectura obligada de los Episodios Nacionales. Además, podéis disfrutar de cualquiera de las series de forma independiente para vivir, casi trasladándoos a cada época, en primera persona, cada pedazo más o menos acertado de la historia de nuestro país. Libros que hay que leer antes de morir…