Dicen que el genio literario de Alice Munro fue reconocido desde el primer libro que escribió –Dance of the happy shades– a la edad de 37 años. Hoy cuenta con 82 y ha llegado a la cumbre, al máximo nivel que cualquier escritor habido y por haber en la historia de la literatura mundial aspira en lo más profundo de sus sueños. Premio Nobel de Literatura.
Los que lo hayáis intentado alguna vez sabréis que escribir cuentos y relatos cortos es un ejercicio literario de difícil ejecución. Vale, sí, es cierto que puede resultar más sencillo que una novela larga, sobre todo porque cuando la musa te abandona, basta con encontrar un final adecuado y a otra cosa. Vale, pero sólo con eso no llegarás más allá de la librería de barrio que regenta tu amigo de toda la vida, el cual te hará el favor de poner tu libro en su tienda. Eso suponiendo que hayas conseguido financiación suficiente para poder editarlo. Para ir más allá hay que dotar de vida a todo lo que rodea al relato.
De lo anterior a que te comparen con Chejov – “nuestro Chejov” le llaman los anglófonos – Hemingway, Kipling o Cortázar, hay un abismo. El abismo que debe saltarse para tan sólo empezar a creer que el sueño del Nobel podría convertirse en realidad. Ella lo ha conseguido. La decimotercera mujer que lo logra y el primer genio literario que lo consigue, en los 112 años de historia del premio, con una obra basada en narraciones cortas.
En cuanto a la obra de Alice Munro, he leído de forma aleatoria algunos relatos y cuentos cortos de varios de sus libros. He de decir que casi todos me han fascinado. Impresionado por su enorme capacidad de montar una historia que, por ejemplo, no sale más allá de las cuatro paredes de una casa y que te mantiene en vilo con tan sólo dos personajes, he querido seguir adelante. Escenas que bien podía vivir cualquiera de tus vecinos, incluso tú mismo, tú misma, con una cotidianidad asombrosa en cuanto a descubrir todo lo que se puede sacar entre los huecos de objetos, situaciones que vivimos o personas extrañas que vemos a menudo y de los que nunca nos paramos a pensar que podrían tener una historia que, contada con maestría, sorprendería a propios y extraños. Alice Munro nos lo cuenta todo; lo de tus vecinos, lo de la taza de café descascarillada que escondes en lo profundo de un armario de la cocina, lo que le ocurrió a tu amigo de la infancia y que nunca le disteis importancia, lo de tu familia lejana. Alice Munro te cuenta tu propia historia.