Dos hombres luchan desnudos. Hércules, de frente, no me mira, sino que dirige su mirada a un lado con una expresión en la cara que no encaja con lo que hace. Si le obligamos a que suelte a su contrincante y le ponemos un hábito podría ser un místico. Pero no puede ser. Porque Hércules está cumpliendo su destino, sus doce trabajos. En esta ocasión, se entretiene en su camino hacia el Jardín de las Hespérides, donde ha de robar manzanas y lucha contra Anteo, el hijo de Poseidón y Gea, un gigante terrible.
Nadie le ha vencido hasta ahora. Anteo espera en un recodo del camino a que pasen los caminantes y les reta a un combate a muerte cuerpo a cuerpo. Su idea es construir un palacio con las calaveras de los perdedores en honor a su padre, el temible Poseidón. La expresión de Anteo es cruel, pero su mirada también es desesperada. Hércules ha logrado elevarlo y lo sujeta en brazos. Esa es la clave de la victoria. Porque como hijo de Gea, Anteo obtiene su fuerza de la tierra, la madre tierra, su madre. Hércules, bendecido por los dioses, en vez de tratar de derribarlo por los suelos, se empeña en abrazarlo para mantenerlo en el aire el tiempo suficiente y debilitarlo. En vano Anteo lucha por soltarse, cuanto más segundos en vilo, tanto peor.
Cranach el Viejo, alemán y contemporáneo de Durero, que aprovechó la inspiración mitológica para presentar a mujeres estilizadas e impecables, retrata perfectamente la confrontación y nos muestra los cuerpos en tensión de los dos hombres que se juegan la vida.
La mitología nos dice que Tingis, la mujer de Anteo se unió a Hércules al quedar viuda. Y que su hijo Sufax fue el fundador de Tánger, cuyo nombre dedicó a su madre. Y aquí se unen los mitos griego y bereber. Algunos documentos romanos aseguran que los bereberes les hablaron del túmulo donde yacen los restos gigantes de Anteo y que al cavar, comprobaron que así era. Los estudiosos menos románticos nos dicen que esas leyendas se crearon para legitimar a Juba II, rey de Numidia y yerno de Cleopatra.
Anteo es el mito que inspiró a Tesla cuando afirmaba que en un futuro próximo obtendríamos la energía de cualquier punto del Universo, como Anteo de la Tierra.