Si el nombre de William Kentridge no les resultaba familiar, apúntenlo. Pues, aunque poco frecuente en los museos españoles, el último galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, va a dar mucho que hablar en este 2017.
No es que no lo hubiera hecho ya antes. Kentridge lleva décadas en boca de marchantes, críticos e instituciones artísticas. Sus dibujos, collages, grabados y películas dibujadas han dado la vuelta el mundo desde su participación en la feria Documenta X de Kassel (Alemania, 1997) y en las bienales de São Paulo (Brasil, 1998) y Venecia (Italia, 1999).
Al joven William Kentridge (Johanesburgo, 1955) en realidad le gustaba la pintura. Corrían los tiempos del apartheid, el racismo y las masacres cuando él se refugiaba en las clases que su maestro particular, Bill Ainslie, impartía en la Johannesburg Art Foundation. Por aquel entonces el pintor frustrado estudiaba Ciencias Políticas y Estudios Africanos en la Universidad de Witwatersrand, pero no desechaba la idea de dedicarse al arte. No sólo era (es) un magnífico dibujante. Su amor por el teatro y cine le impulsó a trasladarse a París donde se formó en Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq.
Entre bambalinas y carboncillos Kentridge construyó su propio edificio artístico. Un potente rascacielos hecho de escenografía, collages, grabado, escultura y videoarte. Un entramado cimentado sobre las vigas del dibujo y la metáfora, que usa como artefacto transmisor de sus compromisos y emociones, siempre relacionados con la historia y la realidad de su país.
La obra de Kentridge hunde sus raíces en Sudáfrica y las huellas de la división racial. Sin embargo no ilustra directamente el contexto histórico-político que le tocó vivir. Son sus trazos, precisos y meticulosos, el medio elegido para expresar el sufrimiento y la injusticia en forma de alegoría. La pesadilla que él, como privilegiado blanco e hijo de un prestigioso abogado defensor de las víctimas del apartheid, consideró indispensable denunciar a través de su arte.
Para contemplar su trabajo en nuestro país habrá que esperar al otoño. Será entonces cuando el Reina Sofía le dedique una importante retrospectiva en la capital. Mientras, en Buenos Aires el Museo Nacional de Bellas Artes exhibirá a partir del próximo 13 de mayo, dos de las piezas más reconocidas del artista sudafricano, una instalación —Notes Towards a Model Opera (Notas hacia un modelo de ópera)— y una acuarela —In Mockery of Progress, 2015 (En la burla del progreso)—.
Mientras que el Teatro Coliseo, segunda sede de la Bienal de Performance 2017 que celebra la capital argentina, cerrará el evento con otra de sus obras más destacadas, Refuse the Hour. Una performance de escenario donde se entremezcla una amalgama de lenguajes visuales y sonoros. Danza, música en vivo, proyecciones, teatro y un sorprendente diseño dinámico en escena representan las reflexiones del artista acerca del legado del colonialismo y la industria.
+
William Kentridge. Fechas: del 13 de mayo al 13 de agosto de 2017. Salas 39 y 40, primer piso. Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
Notes Towards a Model Opera (Notas hacia un modelo de ópera), 2015. Videoinstalación.
In Mockery of Progress, 2015. Acuarela roja sobre páginas impresas, 26 x 37.2 cm.
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6
-
7
-
8
-
9
-
10
-
11
-
12
-
13