El mismo año y en la misma ciudad en la que Velázquez superaba el examen que lo acreditó como maestro de pintura nacía Bartolomé Esteban Murillo. Dieciocho años separan a estos dos grandes de la pintura española del Siglo de Oro. Ambos naturales de Sevilla, muestran en su obra claros signos de la sensibilidad artística andaluza de la época. Aunque no coincidieron físicamente y la documentación no aporta certeza de encuentros entre ellos, en sus obras se aprecia el virtuosismo técnico, la inteligencia pictórica y las dotes narrativas gestadas en Sevilla.
Mientras Velázquez abandona su ciudad natal en 1623 para trasladarse a Madrid y desarrollar una carrera deslumbrante al servicio de Felipe IV, Murillo permanece en Sevilla. Aunque viajó varias veces a la capital, su estilo se centra en gusto de sus clientes: órdenes religiosas, cofradías, parroquias. De ahí la ausencia de desnudos y escenas profanas en toda su trayectoria. Sin embargo la formación recibida en aquella Sevilla cosmopolita, devota y culta deja entrever numerosos puntos de encuentro creativos propiciados por la ciudad.
¿En qué se parecen Velázquez y Murillo?
La Fundación Focus de Sevilla confronta las obras de Velázquez y Murillo con la capital hispalense como escenario y centro de su influencia artística. Comisariada por Gabriele Finaldi, Velázquez. Murillo. Sevilla, propone una innovadora reflexión sobre la relación entre ambos artistas. Un diálogo sorprendente que busca profundizar más en la coincidencia que en la diferencia. En la selección de diecinueve pinturas que componen la exposición —nueve de Velázquez y diez de Murillo— se puede admirar la habilidad los pintores para comunicarse con el espectador de una manera directa o aspectos esenciales de la pintura sevillana como el tratamiento de las escenas devocionales, la representación de las Inmaculadas, la iconografía religiosa o la devoción de las santas patronas de la ciudad.
Con el fin de evidenciar dichas similitudes, la muestra enfrenta una serie de parejas y tríos donde pueden contemplarse las numerosas coincidencias tanto en el desarrollo de sus respectivos lenguajes naturalistas, el modo de abordar la pintura de género o su afán por presentarse como artistas cultos a través de sus autorretratos de porte digno, casi aristocrático. También las técnicas y materiales utilizados indican las estrechas relaciones entre sus respectivas obras pese a la distancia, el ambiente de trabajo y los diferentes públicos.
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Velázquez. Murillo. Sevilla
Hospital de los Venerables. Fechas: del 8 noviembre 2016 al 28 febrero 2017.
Galería de imágenes
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1
Tres muchachos. H. 1670. Bartolomé Esteban Murillo. Dulwich Picture Gallery
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2
Santo Tomás. H. 1619. Diego Velázquez. Musée des Beaux-Arts D’Orleans
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3
Santa Rufina. 1629-1632. Diego Velázquez. Fundación Fondo de Cultura de Sevilla (Focus)
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4
Santa Justa. 1665. Bartolomé Esteban Murillo. Meadows Museum.
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5
Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. Hacia 1655. Bartolomé Esteban Murillo. Museo Nacional del Prado
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6
San Pedro penitente. 1665-1670. Bartolomé Esteban Murillo. Fundación Fondo de Cultura de Sevilla (Focus)
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7
Sagrada familia del pajarito. Hacia 1650. Bartolomé Esteban Murillo. Museo Nacional del Prado
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8
Retrato de hombre. H. 1623. Diego Velázquez. Museo Nacional del Prado
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9
Las lágrimas de San Pedro. H. 1620. Diego Velázquez. Fondo Cultural Villar Mir
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10
Joven mendigo. H. 1648. Bartolomé Esteban Murillo. Museo del Louvre
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11
Infanta Margarita de blanco. 1656. Diego Velázquez. Museo de Historia del Arte de Viena
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12
El Apóstol Santiago. H. 1655-1660. Bartolomé Esteban Murillo. Museo Nacional del Prado
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13
Adoración de los Reyes Magos. 1619. Diego Velázquez. Museo Nacional del Prado
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14
Dos jóvenes a la mesa. Hacia 1622. Diego Velázquez. Wellington Collection at Apsley House