Durante mucho tiempo ha parecido lógico pensar que el arte realizado en diversas partes del continente era muy distinto: que Velázquez es “muy español” y Rembrandt “muy holandés”. Esta apreciación parte de la desmedida influencia que la ideología nacionalista de los siglos XIX y XX tuvo en la manera de entender el arte. El Museo del Prado se aparta de los supuestos enfrentamientos nacionales y presenta la exposición Velázquez, Rembrandt y Vermeer. Miradas afines.
En el caso de la pintura española y holandesa del siglo XVII, las rencillas de la Guerra de Flandes (1568 - 1648) y todos los tópicos y prejuicios derivados del conflicto ha separado especialmente un arte, interpretado generalmente como contrapuesto. Sin embargo, el legado artístico de ambos países evidencia una estética similar, alejada del idealismo e interesada por la apariencia real de las cosas. Al confrontar las obras de Velázquez, Rembrandt y Vermeer y otros artistas del barroco de ambos países (el Greco, Frans Hals, Ribera o Murillo), el museo demuestra cómo ninguno de ellos pretendió expresar en sus lienzos la supuesta esencia de su nación, sino unos planteamientos estéticos compartidos por toda la comunidad paneuropea de artistas.
Los pintores reunidos en esta exposición trabajaron en un contexto histórico y político poco conocido para muchos españoles, pero mítico en Holanda. Es cierto que algunos cuadros pintados allí y en España en el siglo XVII trataron el conflicto, generalmente con intención propagandística. Entre ellos se encuentran La rendición de Breda, de Velázquez y La ronda de noche, de Rembrandt. Al margen de estos ejemplos, la pintura holandesa comparte rasgos fundamentales con la realizada en los territorios de la Monarquía de la que se independizó.
Los artistas españoles y holandeses del siglo XVII compartieron su afán por humanizar los asuntos que pintaron. Los dioses, santos o sabios antiguos que aparecen en sus obras son personas de rasgos comunes, vestidos con ropajes humildes. También los escenarios representados forman parte de lo cotidiano. Incluso en la técnica pictórica confluyen elementos similares: pincelada suelta de aspecto abocetado, claras influencias venecianas, naturalezas muertas austeras, texturas casi tangibles.
Comisariada por Alejandro Vergara, Velázquez, Rembrandt y Vermeer. Miradas afines incide en las analogías estilísticas. De hecho la muestra se abre con espacio dedicado a la moda de la época en ambos países: las preferencias por el negro, la sobriedad, la austeridad de los ropajes las posturas, los gestos y los complementos que los adornan.
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Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines. Hasta el 29 de septiembre en el Museo del Prado.
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