Siete actos de piedad, Pieter Brueghel el joven (1616) cortesía Arthemisia España
Art The Moment

Todos los Brueghel se dan cita en el Palacio de Gaviria de Madrid

El Palacio de Gaviria estrena el otoño artístico madrileño con el proyecto Maravillas del arte flamenco. Una muestra sobre el linaje de los Brueghel y la escuela flamenca.

El Palacio de Gaviria (Madrid) marca el inicio del otoño artístico con una exposición dedicada a los Brueghel y las escuelas pictóricas que retrataron la vida, las costumbres y la evolución económica y social de los Países Bajos del norte durante los siglos XVI y XVII. El apellido Brueghel fue durante décadas una seña de identidad del arte de la región flamenca, con Amberes como centro neurálgico. La cuidad, bañada por el río Escalda, era también el punto determinante de los negocios y las rutas comerciales de Europa septentrional.

Allí, en Amberes, fue donde Pieter Brueghel el Viejo comenzó su formación artística probablemente en el taller de Pieter Coecke van Aelst. La vida del fundador de la dinastía está llena de lagunas debido a la ausencia casi total de documentación escrita. Ni siquiera es seguro su lugar de nacimiento. Se cree que vino al mundo en el norte de Brabante hacia 1525. Sus primeros pasos artísticos, claramente influidos por las visiones fantásticas de El Bosco, siguieron el camino del naturalismo y la tradición flamenca. Una senda que continuó con firmeza pese a sus viajes por Italia, Francia, Suiza y Austria o su amistad con Giulio Clovio y el geógrafo Abraham Ortelius.

Cinco generaciones de Brueghel —entre las que no hubo ninguna mujer pintora— fueron transmitiéndose el legado del gran Pieter cuyo imaginario reprodujeron y ampliaron sus sucesores, creando de esta forma dos de las escuelas pictóricas más importantes de los Países Bajos. Durante más de 150 años la estética flamenca revolucionó no sólo los contenidos, la simbología y la temática pictórica del renacimiento flamenco, también consolidó la llamada perspectiva cromática a base se superposiciones tonales, sin puntos de fuga.

En cuanto a los motivos, destacan las composiciones religiosas ejemplarizantes, plagadas de símbolos y elementos fantásticos (herencia de El Bosco) y transmisoras de la tensión religiosa entre católicos y protestantes. Pero son el paisaje, la fuerza de la reina naturaleza, las alegorías mitológicas y la vida cotidiana (generalmente tosca y primitiva) de los campesinos y aldeanos flamencos los verdaderos protagonistas de las tablas de esta época.

Brueghel. Maravillas del arte flamenco está compuesta por un centenar de piezas agrupadas en secciones temáticas, especialmente representativas de este linaje de pintores, cuyo imaginario permite ver el reflejo de todo un periodo histórico. El recorrido arranca con la obra de Pieter Brueghel el Viejo, quien realizó su trabajo durante los años en los que el duque de Alba tenía como misión obtener la conversión forzosa de los protestantes en los Países Bajos. En sus representaciones de paisajes con figuras de campesinos y en sus escenas de la vida rural, el artista se interrogaba sobre la condición humana y el mundo, al tiempo que criticaba con ironía los vicios y pecados.

Los efectos de la reforma protestante y de las teorías calvinistas fueron orientando la atención hacia la primacía de la naturaleza. Pieter Brueghel el Viejo fue permeable a esta tendencia que continuó con ahínco el menor de sus hijos, Jan Brueghel el Viejo (1568-1625). También Pieter Brueghel el Joven (1564-1637), aseguró la difusión de la obra de su padre versionando cuadros tan célebres como la Trampa para pájaros, aunque contó con obra y estilo propios, adoptando una narrativa más contemporánea. Dedicó gran parte de su carrera a tratar el tema de las alegorías y episodios abstractos de la mitología. Su característica principal es la minuciosidad con que representa los detalles vegetales.

Ya en el siglo XVII, la pintura de género floral y el bodegón cobraron especial protagonismo. En primer término porque transmitían un mensaje moral relacionado con el inexorable paso del tiempo.  Pero también la moda de las flores se nutría del entusiasmo burgués por el culto a lo exótico. Abraham Brueghel (1631-1690, hijo de Jan Brueghel el Joven) es un claro representante de esta tendencia. Naturaleza muerta grande con frutas en un paisaje o Naturaleza muerta con ave exótica destacan por su exuberancia.

Los Brueghel fueron grandes observadores. Retrataron campesinos doblegados por las penalidades, borrachos y mendigos, personajes captados de espaldas y figuras anónimas, ajenas e indiferentes al observador. Junto a las pasiones más humildes, representaron la vida en toda su diversidad, haciendo hincapié en las fiestas populares, el cortejo, los rituales del matrimonio y las tradiciones transmitidas de generación en generación; todo ello considerado como una gran metáfora de la existencia.

La exposición se completa una veintena de obras de artistas coetáneos a la dinastía Brueghel como Rubens, El Bosco o David Teniers el Joven que amplían la perspectiva artística y social del momento.

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Brueghel. Maravillas del arte flamenco. Palacio de Gaviria. Comisario: Sergio Gaddi. Del 7 de octubre de 2019 al 12 de abril de 2020. De lunes a viernes de 11 a 21h; sábados y domingos de 10 a 21h.

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