Henri Matisse, Francis Bacon, Juan Gris, Joaquín Sorolla, Daniel Vázquez Díaz, Isidre Nonell, José Gutiérrez Solana y Pancho Cossío son los autores de las ocho obras maestras donadas al centro por Jaime Botín. Ocho retratos del siglo XX que reflejan los diferentes estilos pictóricos y movimientos artísticos que se sucedieron en aquella vertiginosa centuria que cambió para siempre el concepto del arte.
Cronológicamente, esta selección de obras refleja casi en su totalidad el arte del siglo XX, iniciándose con Figura de medio cuerpo, creada por Nonell en 1907, y cerrándose con Self Portrait with Injured Eye, pintada por Francis Bacon en 1972. Se trata de un periodo complejo por las diferentes corrientes que surgen y los movimientos estéticos que se solapan. Desde el modernismo con Nonell, el fauvismo de Matisse, el cubismo de Gris, la figuración lírica de Cossío, el realismo de Solana o el neocubismo de Vázquez Díaz conviven en armonía con el iluminismo postimpresionista de Sorolla o la nueva figuración expresionista de Bacon.
“El conjunto de obras presenta tres rasgos comunes: máxima expresión a través del color y la luz, utilización de la figura como hilo conductor y focalización en el retrato, que constituye la esencia de esta selección”, explica María José Salazar, miembro de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín y experta en arte del siglo XX. Quien también subraya la evidente predilección del donante por el retrato como forma de expresión casi perfecta de la personalidad, el estado de ánimo o el carácter del retratado.
Cada una de las obras expuestas representa un hito en la trayectoria artística de sus autores. Comenzando por Matisse, su retrato Femme espagnole supone para el pintor el descubrimiento de una nueva luz, de la potencia del color para expresar emociones intensas. Tras su viaje a España en 1911, el artista francés emprende un nuevo tratamiento de los tonos, mucho más limpios y brillantes, ajenos al claroscuro.
Otro de los grandes pintores internacionales que incluye esta selección es Francis Bacon. Su visión perturbadora de la especie humano y su tratamiento de la carne como materia casi aparte del alma, lo convirtieron en uno de los artistas más complejos e inquietantes del pasado siglo. Brutal y sensual a partes iguales, el irlandés siempre destacó su fascinación por Velázquez y Picasso. Su Self Portrait with Injured Eye, parece expresar su personalidad autodestructiva a través de un rostro descompuesto, retorcido con la intención de hacerlo más real.
En cuanto a los artistas españoles, es imprescindible destacar la presencia de Pancho Cossío, Francisco Gutiérrez Cossío (Cuba, 1894-Alicante, 1970). Un artista, como viene siendo costumbre en nuestro país, relegado en su tiempo. En su caso fueron ciertas circunstancias sociales, la causa principal del olvido. Y es que, el pintor quien solía afirmar que sólo era capaz de hacer un retrato cuando conocía en profundidad al modelo, estuvo una década apartado de los pinceles. Es precisamente el Retrato de mi madre el primero que realiza tras aquel largo periodo de sequía. “Cossío es, sin duda, uno de los más importantes artistas que han surgido en nuestro país, aunque su trabajo haya quedado un tanto oscurecido”, insiste Salazar.
La muestra, que podrá disfrutarse hasta el próximo 31 diciembre, es un selecto conjunto de obras con evidentes nexos de conexión que permiten también indagar en el universo personal del coleccionista.
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