El siglo XVIII fue uno de los momentos culturales más sabrosos de la civilización occidental. Arte, literatura y pensamiento disfrutaron de un periodo de esplendor como nunca antes en Europa. También en España, con el cambio de dinastía en el trono, se vivió una etapa de crecimiento basada en los principios de la Ilustración. Academias, asociaciones de sabios o de artistas de prestigio desempeñaron un papel decisivo al servicio de las monarquías absolutas. En ese contexto, Felipe V fundó en 1744 la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, inaugurada por Fernando VI ocho años después.
La idea inicial de la academia, inspirada en el modelo francés, fue el establecimiento de un centro didáctico dirigido a impulsar las artes plásticas y proporcionar el ambiente adecuado a los futuros creadores del “nuevo arte monárquico”. La inauguración tuvo lugar el 12 de abril de 1752 en el gran salón de la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor de Madrid. Allí se celebraron las reuniones académicas y se impartieron las clases durante dos décadas, hasta que se trasladase definitivamente a la sede actual del Palacio de Goyeneche en la calle Alcalá.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando posee una de las colecciones más valiosas y de mayor categoría estética del arte español moderno y contemporáneo. Incluye también obras maestras del arte italiano y flamenco. Entre ellas destaca La Primavera (1563) —el único Arcimboldo conservado en España— o la escena del Antiguo Testamento de Susana y los Viejos firmada por Rubens. A su rico fondo de pinturas, esculturas y dibujos formado con fines didácticos se sumaron, durante los siglos XIX y XX, los legados reales y de mecenas, obras procedentes de la desamortización eclesiástica y las originales de los artistas que como Goya (miembro numerario de la institución desde 1780) donaban a la institución. El museo atesora actualmente 13 pinturas del maestro de Fuendetodos, ubicadas en el salón principal.
Además de la colección de pintura —la más rica de Madrid, tras la del Museo del Prado—, la Academia se proveyó desde su fundación de una importante selección de escultura. Muy importantes fueron las incorporaciones de la colección romana de Felipe Castro y la de Mengs, ya en los tiempos de Carlos III.
El edificio, construido en 1720 por José Benito de Churriguera, es una belleza barroca “depurada” por Diego de Villanueva de acuerdo con las directrices neoclásicas consideradas entonces más dignas para establecer la “morada de las Bellas Artes” y difundir el buen gusto. El palacio Goyeneche, rehabilitado por el académico Fernando Chueca Goitia abrió en 1986 las puertas del museo con una nueva instalación montada por José María de Azcárate.
A las salas dedicadas a la exposición de pinturas, esculturas y demás artes de la imagen hay que añadir las específicas de la arquitectura, las artes decorativas, la música y la vida académica. A ellas se suma, como novedad, la destinada a los yesos o modelos antiguos.
El exiguo horario de apertura del museo de la RABASF —únicamente por las mañanas de martes a domingo— a la llevado a la gestora y patrocinadora de la Academia a crear las llamadas Tardes de Arte. Así, el último sábado de cada mes se abre al público la primera planta, donde se exhiben las piezas más conocidas de las colecciones académicas, grandes creaciones de los maestros antiguos, obras maestras del Siglo de Oro español y piezas esenciales de maestros extranjeros como Giovanni Bellini, Mengs, Rubens, Marinus van Reymerswaele, Anton van Dyck, Pompeo Leoni, Leandro da Ponte Bassano…
Además del próximo 30 de noviembre, el programa Tardes de Arte incluye los siguientes sábados: el 28 de diciembre 2019, el 25 de enero, 29 de febrero, 28 de marzo, 25 de abril, 23 de mayo, 27 de junio, 25 de julio y 26 de septiembre 2020.
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