Con motivo del V Centenario de la muerte de Rafael Sanzio (1483-1520), Patrimonio Nacional inauguraba el pasado mes de diciembre la exposición Rafael en Palacio. Tapices para Felipe II. La institución consideró la Galería del Palacio Real de Madrid como el espacio idóneo para exhibir la extraordinaria colección de tapices que el genio de Urbino creó entre 1514 y 1516 por encargo del papa León X. La idea del pontífice era vestir la parte baja de la capilla Sixtina durante las celebraciones solemnes con escenas del Nuevo Testamento.
El pontífice y sus teólogos consideraron el libro de los Hechos de los Apóstoles el más adecuado para corroborar a legitimidad del papa como sucesor de san Pedro y la misión de la Iglesia de expandir por el mundo la palabra de Cristo. Para la composición de las escenas, paisajes y arquitecturas, Rafael llevó a cabo una exhaustiva investigación. Cuentan que incluso encargó a sus ayudantes la lectura en voz alta de los pasajes evangélicos mientras él dibujaba. Los diez cartones a escala natural —de los que hoy sólo se conservan siete— se cosieron con hilos de oro, plata, seda y lana en los talleres de Pieter van Aelst (h. 1450-h. 1533) en Bruselas durante los siguientes cinco años.
“El resultado de su trabajo fue un compendio de inéditas composiciones, de paisajes y arquitecturas grandiosas elaboradas según los principios renacentistas de la perspectiva y la geometría, y de figuras humanas a escala natural en las que se advierte un perfecto conocimiento de la anatomía, la escultura clásica y la expresión de estados de ánimo”, señala la comisaria de la muestra, Concha Herrero.
Fue tal la expectación y el éxito de la serie sixtina que las monarquías europeas de la época no tardaron en encargar reediciones. Especialmente bellas fueron las de Francisco I de Francia y la de Enrique VIII, ambas perdidas respectivamente durante la Revolución Francesa y los últimos bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Por fortuna, la versión española del ciclo apostólico perteneciente a la colección de Felipe II es hoy una de las mejor conservadas del mundo.
El monarca español hizo traer los paños durante uno de sus viajes a los Países Bajos cuando todavía era príncipe entre 1549 y 1555. Los nueve tapices —cuatro sobre la vida de san Pedro y cinco dedicados a san Pablo— fueron tejidos en seda y lana por Jan van Tieghem y Frans Gheteels. Cinco siglos después, Patrimonio Nacional exhibe con orgullo y por primera vez la serie completa de la obra.
Aparte de la monumentalidad del espacio escogido para el montaje de la exposición, se ha tenido especial cuidado tanto en la manera de enrollar, trasladar y desenrollar las telas como en el proceso de colgarlas. Evitando en cualquier caso el contacto de los tapices con el suelo, se tienden sobre los muros mediante velcros. Altura, profundidad y distancia son, por otro lado, requisitos indispensables a la hora de exhibir tales obras maestras. La Galería del Palacio Real es el único espacio que reúne las tres condiciones.
Rafael en Palacio presenta la serie en todo su esplendor. Abre el recorrido La pesca milagrosa, una escena inspirada en el Evangelio de San Lucas que sirve de presentación de la figura de san Pedro. La obra relata el momento en que Jesucristo muestra a sus apóstoles dónde debían echar las redes para lograr una buena pesca. La metáfora alude a una misión: la expansión de la palabra de Jesús, la confianza en Dios y el destino de Simón. La entrada de san Pablo como apóstol de los gentiles se representa en el quinto tapiz de la serie: La lapidación de san Esteban. El asunto enlaza con la tela anterior (La muerte de Ananías) e inicia el ciclo paulino que finaliza con La predicación de San Pablo en el areópago de Atenas. Se trata este último de un homenaje persona de Rafael homenajeó a sus mecenas, el papa León X y su bibliotecario Janus Lascaris.
Las colosales dimensiones de los tapices (entre 5 y 7 metros) y su peso (entre 60 y 70 kilos) no han sido obstáculo para su perfecta conservación. Sí un gran retos para los restauradores de la Real Fábrica de Tapices quienes, hace cinco años, retejieron las telas con extremo cuidado y delicadeza, realzando la belleza de los tonos, la magnificencia de las composiciones rafaelitas y su potencia creativa.
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