Las faldas se acortaban, la vida social se alargaba, los cafés bullían de cultura, las ciudades crecían a lo alto, el asfalto a lo ancho. Y mientras un tal Stravinski daba por consagrada la primavera, un nuevo mundo se impregnaba de optimismo y aires de libertad en tugurios clandestinos a ritmo de música negra y pasos de charlestón. Corrían los años veinte, los primeros vehículos y un arte urgente en busca de formas alternativas de expresión. El caldo de cultivo perfecto tanto para las vanguardias como para ese sorprendente movimiento artístico-decorativo que hoy llamamos art déco.
Aunque, en verdad, el art déco comenzó a desperezarse en París durante la primera década del siglo XX como un desafío contra el imperante art nouveau que entonces copaba salas, salones, incluso las latas de galletas. Ansiando crear algo nuevo, los artistas del déco bebieron de fuentes tan diversas como los estilos nacionales históricos, las tradiciones vernáculas o las culturas exóticas, además del influjo de las primeras vanguardias. Todo ello cargado de un intenso deseo de modernidad que les empujaba hacia la huida de cualquier clase de imitación.
Pero ¿es realmente arte el Art déco? Esa es la pregunta que muchos se han hecho a lo largo de la historia del arte del siglo XX, con el único pretexto de aplicar a este compendio cultural, estético y social las tradicionales (y estrictas) líneas de demarcación entre las bellas artes y las artes decorativas.
Pues sí. Lo es. Indefinible y complejo, pero todo un arte. Bellísimo, además. Por mucho que la historia se haya empeñado en relegarlo a la categoría de “estilo” en exceso decorativo, poco utópico y carente de agenda política. Y no sólo esto. La estética déco es también un elemento clave a la hora de comprender la evolución de los posteriores movimientos artísticos del siglo XX. Porque si el Nouveau se volcó en el simbolismo poético del XIX, el Decó se impuso como la alternativa a la vanguardia.
Impugnar la ausencia Déco en la historia del arte moderno y ofrecer la oportunidad de conocer, juzgar y disfrutar del que ha sido llamado "el último estilo total" de la historia es precisamente el objetivo primordial de la Fundación Juan March y la exposición El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935.
Organizada en varias secciones cronológicas y temáticas, la muestra recrea construcciones con más de 350 piezas —entre pintura, escultura, mobiliario, moda, joyería, perfumería, encuadernaciones, fotografías, cine, arquitectura, vidrio, cerámica, laca, orfebrería, tejidos, dibujos, planos, maquetas, revistas y publicidad— para narrar este fenómeno tan fascinante como desconocido que pone de manifiesto el gusto moderno (exquisito y cosmopolita, por cierto) y el aire de un tiempo excepcional.
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Fundación Juan March. Madrid
El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935
26 marzo – 28 junio 2015
Galería de imágenes
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Henry Sauvage. Exposición Internacional de Artes Decorativas Modernas. París. Pavillon Primavera. 1925
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Charlotte Perriand. Silla Guéridon, c. 1927. Musée des Beaux-arts de la Ville de Reims © C.Devleeschauwer
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Jan & Joël Martel. Maqueta del Árbol cubista para la Exposición Internacional de París, 1925. Colección F. Langer Martel
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Jean Dunand. Madame Agnès, 1927. Cortesía Galerie Michel Giraud, París