Cuarenta y siete años después de la última gran retrospectiva francesa dedicada a Paul Klee, el Centro Pompidou de París propone un recorrido temático a través de la obra de esta figura esencial de la modernidad y el arte del siglo XX. Doscientas treinta piezas procedentes del propio Centro Paul Klee de Berna e importantes colecciones internacionales tanto públicas como privadas, conforman este singular viaje por la ironía artística de un pintor inclasificable. La exposición Paul Klee. L’ironie à l’œuvre pretende, por primera vez, releer la contunde obra de Klee a partir del concepto romántico de la ironía.
Escurridizo por naturaleza, contradictorio, dotado de una inteligencia compleja e irreverente, el artista nacido en Suiza bebió de las fuentes de “la ironía romántica” propia del primer romanticismo alemán que traslada a su obra como una especie vaivén discordante. Un (des)equilibrio que habita entre la sátira y la afirmación absoluta, lo efímero y lo infinito, la realidad y el ensueño. A partir de semejante planteamiento, Klee va consolidando a lo largo de su vida una estrategia basada en el antagonismo, integrando en su creación su propia reflexión sobre los medios y los principios del arte que, según él, deberían presentarse como una falla en el sistema.
No es necesario que nadie ironice a mi costa. Me encargo yo mismo.
Exponer la obra de Paul Klee es un reto. No solo por su insumisión a las normas preestablecidas, su forma de plasmar simultáneamente el principio y la transgresión del principio, como afirmaba el compositor Pierre Boulez. También por la inmensidad de su producción: prolífica, heterogénea, paradójica; la infinidad de elementos culturales que conviven en sus lienzos y su infinito imaginario creativo donde caben desde fósiles y cavernas hasta pájaros mecánicos y autómatas; donde el fauvismo y lo naif conviven con el surrealismo, el arte gótico, la abstracción, el tecnicismo más rígido o el color más explosivo.
Por ello, Angela Lampe —comisaria de la exposición y profunda conocedora de la obra de Klee— escoge la ironía como hilo conductor. Así, estructurada en siete secciones, la muestra desvela cómo a lo largo de su carrera, Paul Klee denuncia a través de la ironía dogmas y leyes vigentes. Desde sus inicios satíricos hasta su exilio en Berna, pasando por su etapa cubista, las influencias coloristas importadas del norte de África, el constructivismo de la Bauhaus… Todo bajo ese particular punto de vista satírico de un pintor ajeno a cualquier precepto, inspirado siempre por sus viajes y experiencias personales, empeñado en poner patas arriba sociedad, corrientes, filosofías…, de las que no escapa ni siquiera el nazismo contra el que arremete en los últimos años de su carrera y su vida.
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