Entre los años 1905 y 1936, Arthur y Hedy Hahnloser-Bühler reunieron una de las más importantes colecciones de pintura. Este matrimonio suizo, perteneciente a la alta burguesía de principios del siglo pasado, disfrutaba de su tiempo y de su posición económica dando rienda suelta a sus aficiones artísticas. El arte fue la gran pasión de ambos y su mansión de Winterthur, Villa Flora, el centro de una selección pictórica excepcional: la Colección Hahnloser.
La pareja no sólo se limitaba a acumular lienzos; ayudaba, además, a los artistas representados en sus fondos, en aquel momento, principiantes y poco conocidos. Henri Matisse, Pierre Bonnard, Félix Vallotton o Henri Manguin fueron algunos de los beneficiarios y grandes amigos de los mecenas suizos. Pero no los únicos cuya obra pasó a formar parte de su colección. Telas de Cézanne, Manet, Renoir, Van Gogh y Toulouse-Lautrec, ya consagrados, colgaban con orgullo de los muros de Villa Flora y su residencia en la Costa Azul.
Villa Flora —museo desde 1995— es en sí misma una joya arquitectónica inspirada en la estética de la Jugendstil vienesa. Actualmente está en una fase de restauración y mantenimiento que la mantiene cerrada al público. Mientras se prepara su reapertura, prevista para 2022 como tercera sede del Winterthur Kunst Museum, las obras permanecen en el Kunstmuseum Bern bajo préstamo.
Para situarnos en la realidad del coleccionismo suizo es imprescindible aclarar que todas las colecciones de arte son fruto de la iniciativa privada y museos locales. En Suiza no existen galerías nacionales ni espacios gestionados por entidades estatales. Durante los primeros años del siglo XX, la ciudad de Winterthur se convirtió en el centro del coleccionismo helvético gracias a los Hahnloser y otros mecenas como Richard Bühler y los hermanos Oskar y Georg Reinhart.
Fue el padre de Alberto Giacometti, Graubünden Giovanni Giacometti, quien introdujo al matrimonio Hahnloser en el mundo del arte. Fue sobre todo Hedy, la artífice principal de la pareja. Ella, que creía en arte como la mejor forma de vivir acorde a su tiempo, se involucró de lleno en el activismo artístico y el mecenazgo.
La Colección Hahnloser no sólo es una valiosísima recopilación de extraordinarias obras del arte moderno —abarca tanto el periodo impresionista como modernista—, es también una de las pocas colecciones privadas que se mantiene prácticamente intacta. La mayoría de las obras que la componen fueron adquiridas directamente en los talleres de los artistas. Los pintores, huéspedes habituales de la residencia Hahnloser, también realizaron retratos del matrimonio y de sus dos hijos como signo de la amistad que compartían.
Esta primavera, la Colección Hahnloser viaja hasta el museo Albertina de Viena. No toda. Son ochenta las obras que han llegado a la capital austriaca con el fin de dialogar con otras veinticinco pertenecientes a los fondos del museo. De esta forma, la muestra ofrece una extensa visión de piezas fundamentales del arte del siglo XX. Entre ellas La Blanche et la Noire (1913) y Le chapeau violet (1907) de Vallotton; Effet de glace ou Le Tub (1909) y el Débarcadère de Cannes (1934) de Bonnard; Hans et Lisa Hahnloser (1910), de Henri Manguin o La partie de dames à Amfréville (1906,) de Vuillard.
Permanecerán expuestas hasta el 24 de mayo de 2020.
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