Art The Moment

La belleza encerrada

De Fra Angelico a Fortuny.

Es Palas Atenea quién nos recibe. Una reducción de mármol blanco del siglo II d. C. de la famosa estatua de Fidias, de 12 metros de altura, que presidía Atenas desde el interior del Partenón. Era la diosa de la guerra y patrona de la ciudad. Pausanias -siglo II. d. C.- describía así su efecto: «Está hecha de marfil y oro. En medio del casco hay una figura de la Esfinge... y a uno y otro lado del yelmo hay grifos esculpidos... La estatua de Atenea está de pie con manto hasta los pies y en su pecho lleva insertada la cabeza de Medusa en marfil. Tiene una victoria de aproximadamente 4 codos y en la mano una lanza; hay un escudo junto a sus pies y cerca de la lanza una serpiente».

El Museo Nacional del Prado presenta desde el pasado 21 de mayo de 2013 y hasta el próximo 10 de noviembre de 2013 la muestra “La belleza encerrada. De Fra Angelico a Fortuny”.

Para la muestra se han reunido 281 obras de las colecciones del Museo del Prado, ordenadas cronológicamente a lo largo de diecisiete salas. Comienza a fines del siglo XIV y principios del siglo XV en Italia, Francia y los Países Bajos, y culmina a fines del siglo XIX en España. El espectador une el pasado con el presente y descubre, además, la singularidad y riqueza del Museo del Prado actual.

Retratos de pequeña dimensión y unas características especiales de riqueza técnica, preciosismo, refinamiento del color y detalles escondidos que invitan al espectador a acercarse a estos cuadros de gabinete, bocetos preparatorios, pequeños retratos, esculturas y relieves.

La mitad de las obras expuestas raramente se han visto en el Prado, ya fuera por haber sido conservadas en los almacenes o por haber sido depositadas en otras instituciones.

En esta exposición la pintura de devoción da paso a los asuntos mitológicos, el paisaje aparece en el siglo XVI con personalidad propia, el retrato está presente desde los inicios y, junto a la melancolía aparece la sátira y la reflexión irónica sobre el ser humano o la alabanza y la exaltación del poder. Finalmente es la vida real, cotidiana y del pueblo la que coincide con el desarrollo de la burguesía a fines del siglo XVIII.

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