No se trata de una muestra al uso. Tampoco de una exposición extraordinaria. Sucede cada mes de enero, desde el año 1900. Fue entonces cuando Henry Vaughan donó a la Scottish National Gallery todas las obras de Joseph Mallord William Turner que reunió a lo largo de su vida como coleccionista de arte. Fue la única condición que impuso en su legado: “que estas delicadas acuarelas se exhibieran en público, de forma gratuita, durante todos los meses de enero”. No fue una extravagancia ni una exigencia caprichosa. El compromiso es consecuencia de una pura cuestión de protección: as acuarelas de Turner no se debían someter a exposición permanente, ya el impacto constante de la luz las condenaría a la desaparición.
Las obras legadas abarcan por Vaughan abarcan toda la carrera de Turner, desde sus primeros dibujos clásicos centrados en escenarios naturales hasta sus últimas piezas, imaginativas, excesivas, efectistas. La exposición anual de estas treinta y ocho obras sobre papel se ha convertido en una tradición muy querida en la National Gallery escocesa.
William Turner (1775–1851), el maestro de la luz, el pintor del clima, nació en Londres, se formó inicialmente en Kent y con 15 años fue admitido en la Royal Academy of Art. Aprendió la técnica de la acuarela junto al pintor Thomas Girtin, Sir Josuah Reynolds y Paul Sandby.
Sus primeros trabajos, como Tintern Abbey o Venecia: S. Giorgio Maggiore, conservan las tradiciones academicistas y del paisajismo británico. Sin embargo, su experimentación con la luz, la intencionada disolución de las formas, su peculiar visión de los fenómenos naturales y su audacia artística fueron tornando su estética, cercana al impresionismo e incluso al arte abstracto. Es fácil encontrar su huella en obras de Rothko o Kandinsky. Su estilo libre y atmosférico se adelantó a su tiempo artístico, marcado por el romanticismo. De hecho, su obra de madurez fue duramente criticada por los mismos que admiraron durante décadas.
Joseph Mallord William Turner fue el más prolífico e innovador de todos los paisajistas británicos. Sin duda, los viajes incidieron en la evolución de su pintura y estimularon su ya de por sí bulliciosa creatividad. Su rápido ascenso en la escala artística le proporcionó una solvencia económica considerable que le permitió desplazarse por toda Europa. Escocia, Francia, Suiza, Italia inspiraron y marcaron su numerosa producción pictórica, además del estudio de la obra de artistas como Rembrandt, Albert Cuyp o Claudio de Lorena.
Venecia, como ciudad acuática y luminosa tuvo un especial atractivo para Turner. En el otro extremo, Edimburgo también supuso una fuente de inspiración para el pintor. El idilio escocés de Turner comenzó hacia 1819, cuando se alió con Sir Walter Scott. Mientras el escritor describía lugares de interés histórico, el pintor realizaba grabados extraordinarios de esos mismos espacios. Las Antigüedades provinciales se publicaron en diez partes entre 1819 y 1826. Aunque no fue un éxito comercial, la relación entre ambos artistas no se rompió. Varias de las ilustraciones de Turner para las obras de Scott se encuentran entre las acuarelas de la colección Vaughan, que también incluye las viñetas literarias que realizó para Lord Byron, Samuel Rogers y Thomas Campbell.
Las crónicas describen la personalidad del pintor tan tumultuosa como sus atmósferas, pero mucho más hosca y extravagante. Sin embargo, no fue siempre un personaje controvertido. Antes de escapar del mundo y disfrutar del anonimato, Turner fue un artista popular, brillante, aventurero y admirado, que perseguía el éxito. Como tampoco dudaba en incorporar a su imaginario de tormentas, mares rizados, relámpagos, arcoíris, amaneceres de fuego y atardeceres brillantes, todo un elenco temas contemporáneos, históricos, literarios, religiosos y mitológicos.
Sus investigaciones científicas sobre la luz y el color —incluidas las teorías de Newton y Goethe— le llevaron, al final de sus días, a crear una serie de piezas desconcertantes en su momento. Amanecer con monstruos marinos es tal vez la obra que más se acerca a la abstracción: formas desdibujadas, apenas palpables, sobre una atmósfera marina asfixiada en el amarillo del sol, el centro de toda la vida. También los puertos y los barcos poseen un carácter alegórico que se repite en toda su carrera: el viaje, el regreso, el fin del camino, la melancolía.
Aparte de la muestra Turner en enero, la Scottish National Gallery custodia algunas de las acuarelas más cotizadas del pintor londinense, como Roma desde el Monte Mario, pintada tras su primera visita a la capital italiana, adquirida por el museo en 2012.
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Turner en enero, National Gallery of Scotland. The Mound, Edimburgo. Del 1 al 31 de enero de 2020, todos los días de 9 a.m. a 5 p.m.
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