La Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid acoge la exposición Ejercicio temporal [1964- 2020], un recorrido por la trayectoria del artista José Luis Alexanco (Madrid, 1942). Comisariada por Alfonso de la Torre, la exposición repasa toda la trayectoria artística de Alexanco, desde sus inicios en los años 60 hasta la última de sus obras, la audiovisual Percursum, que sintetiza su ser como artista.
Escultor, cineasta, pintor y grabador, sincrético y comprometido, José Luis Alexanco inició su camino artístico durante la década de 1960. Desde entonces hasta hoy ha creado una obra tan extensa como compleja, alejada al principio del arte español del momento, desafiando lo vigente: “figuración en tentativa de disolución, preocupación por la narración de una nueva dimensión espacio-temporal y una serie de obras abiertas al mismo pintor”.
Si esta estética inicial ya chocaba con la vanguardia dominante en la década anterior, se acentúa entre 1968 y 1973 mientras trabajaba en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid. Fue ese un periodo agitado y excitante que le puso en contacto con el lenguaje informático y las primeras manifestaciones del arte digital. Su encuentro se produjo con el ordenador “IBM 360”, estando presente en los principales hitos de la institución.
“Por entonces —escribe— empecé, desde mis planteamientos con los ‘Movimientos’, a relacionar el trabajo con los inflables y las posibilidades que me daba una herramienta como el ordenador. En los seminarios surgían temas de semiología, semiótica, estética cibernética, psicología de la percepción, gramáticas generativas […] que eran nuevas para mí y decidí aprender programación (‘Fortran IV’) con el método de Florentino Briones”.
En esta etapa abandona la pintura para centrarse en la escultura con metacrilato y la producción audiovisual, la experimentación con el movimiento y el arte conceptual e interactivo. La primera obra sonora, concebida junto al músico Luis de Pablo, vio la luz en 1971. Soledad interrumpida (y sonora) invitaba desde el principio a la participación del espectador. Nueve años más tarde, su evolución devino en una de las primeras performances españolas. También durante estos años plasmó su faceta más activista en los famosos Encuentros de Pamplona en el 72. Sus creaciones en esta etapa -formas curvas y esculturas de metacrilato con un aire blando- le muestran como un artista visionario para las artes del momento.
Cuando retoma la pintura (sin abandonar ninguna otra disciplina ni investigación) incide en elementos procedentes de exploraciones previas transformándose poco a poco en un lenguaje cada vez más abstracto hasta convertirse en ejercicios de un nuevo paisaje de formas y signos alfabéticos, celdas o cuadrículas. Entre 1998 y 2018 evoca sus encuentros iniciales con el expresionismo abstracto, el color, el ritmo cromático, las formas geométricas la introspección.
El montaje de la exposición se desarrolla en siete capítulos cronológicos que abarcan más de cinco décadas de trabajo. Esta estructura nos permite apreciar con exactitud ese peculiar proceso creativo inspirado siempre por la investigación y la constante tensión derivada de su concepto del movimiento. Lo que él denomina “alteración, inquietud, conmoción” es quizás la columna vertebral de la obra de toda una vida, además del origen de todas sus búsquedas.
Como apuntaba al inicio, el recorrido expositivo confluye en la pieza fílmica con música de José Tejera Osuna, “Percursum” (1964-2020), el colofón de toda una trayectoria profesional que resume todos estos años de arte, experimentos, matemáticas, luz y movimiento.
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