Jarracharra: el viento de la estación seca.
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Jarracharra: el viento de la estación seca

El Museo Nacional de Antropología presenta en Madrid la exposición ‘Jarracharra: el viento de la estación seca’, dedicada al arte textil de la tierra de Arnhem (Australia).

En el norte de Australia, lindando con el mar de Arafura y a 500 kilómetros de Darwin —capital del territorio federal—, se asientan la mayoría de los pueblos autóctonos del continente desde hace decenas de miles de años. Las tierras de Arnhem Land ocupan más de 90.000 kilómetros cuadrados y constituyen el hogar de una excepcional diversidad de clanes, culturas y lenguas milenarias. Ese inmenso espacio de costas salvajes, parajes silvestres, ríos fecundos, selvas tropicales, sabanas y escarpados abruptos se agita bajo un viento casi mágico. Jarracharra lo llaman.

Sucede al principio de warlirr, la estación seca —entre abril y mayo—, después de que la última lluvia potente de jemberr doble la hierba y aplane la tierra. Es entonces, cuando los ríos se calman y los caminos recuperan su sentido, que un viento frío anuncia el cambio de tiempo y recuerda la conexión con la naturaleza. Y son las palabras de la lengua antigua las que vuelan con el Jarracaharra para celebrar el paisaje cambiante, la madurez de las cosechas, la migración de los animales, la continuidad de sus ceremonias culturales, el nexo con sus ancestros.

En la comunidad aborigen de Maningrida (al oeste del territorio Arnhem) se fundó a principios de los 80 del siglo XX el Centro de Mujeres de Bábbarra gracias a la iniciativa de Helen Williams, líder del pueblo ndjébbana. Ella, profundamente comprometida con la cultura kunibídji y la lucha por los derechos de las mujeres, eligió este nombre como metáfora de la tradición aborigen. Bábbarra alude a una hermosa laguna de agua dulce situada al sur de la comunidad, lugar femenino desde tiempos ancestrales.

Las mujeres de Maningrida, a menudo el sostén económico de sus familias, representan un sector muy importante de la escena artística contemporánea.

A través del arte femenino aborigen de Maningrida (Arnhem Land) llega al Museo Nacional de Antropología de Madrid el silbido del viento de la estación seca y, con él, la contundente historia de una comunidad cultural diversa y profunda, capaz de reunir la diferencia en un ritual comunitario regido por el respeto a la identidad, el sistema de parentesco y una ley cultural común —rom— que ha sobrevivido a los siglos, a las colonizaciones, a la exclusión.

Jarracharra: el viento de la estación seca muestra una poderosa colección de arte textil creada por las mujeres aborígenes de la región de Maningrida en la Tierra Occidental de Arnhem. La exposición, dirigida por las artistas veteranas kuninjku del clan Kurulk —las hermanas Deborah y Jennifer Wurrkidj y su tía Susan Marawarr— celebra la diversidad cultural y lingüística de la región con piezas textiles que representan la unión, las ceremonias, las danzas y rituales de los diferentes clanes aborígenes.

La mayoría de las artistas pertenecen al pueblo kuninjku; sin embargo, también las hay de las lenguas gurr-goni, ndjébbana, mawng, burarra, djambarrpuyngu, djinang, rembarrnga, kriol y kune. Todas sus creaciones (ya sea sobre tela o grabados sobre corteza) e inspiran en la tierra, en los djang asociados a los espíritus antiguos, lo sagrado y el poder de la naturaleza.

Las 27 obras expuestas se agrupan en 6 secciones temáticas: kunred (tierra), kunwaral (espíritus), kabirriwayini (canciones ceremoniales), manme (alimentos silvestres), kunmadj (objetos tejidos) y mayh (animales). Cada una de ellas evoca la forma en que los vientos Jarracharra han viajado a través de generaciones transportando con ellos los rituales milenarios de los diferentes clanes, marcando el inicio de los fértiles periodos de intercambio durante la estación seca.

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