Henri Michaux (Namur, Bélgica, 1899 - París, Francia, 1984) tuvo durante su larga vida una gran influencia entre los artistas y escritores de su tiempo, siendo a la vez “poeta de poetas” y “pintor de pintores”. Lo cierto es Michaux era tan prolífico como inquieto e inconformista. Su mente se movía al mismo ritmo que su cuerpo, un torbellino de creatividad que le llevó a explorar los territorios de las ciencias, la musicología y la etnografía.
Henri Michaux siempre estuvo interesado en descubrir su propia naturaleza y la de su entorno, de ahí que su obra se vea permanentemente salpicada de cuestiones intimistas, incursiones en el subconsciente, incluso de un halo místico dirigido a establecer la conexión con lo desconocido a través de la desconexión. “¿Quieres saber lo que es tu ser?, escribía. Desconecta. Retírate a tu interior. Tú solo aprenderás lo que es esencial para ti…”.
No dudaba, para lograrlo, recurrir a la química y los alucinógenos como la mescalina (siempre controlado por expertos en medicina y psiquiatría). Y, por supuesto, a su personal retiro espiritual mediante de la meditación o los ensueños dirigidos. Y es que él estaba convencido de que sólo a través de lo interior se puede acceder a lo externo, a su comprensión, a su esencia.
También los viajes marcaron profundamente su vida, como su obra. De hecho, la etnografía es uno de los elementos recurrentes en toda su trayectoria artística. Sobre todo, la asiática: India, Indonesia, Japón, China… donde conoció la filosofía oriental. Aunque cultivó la música y la literatura, en la pintura encontró el medio para expresar su creatividad explosiva.
Al pincel se acercó a través de la obra de Paul Klee y Max Ernst. Tinta y papel fueron sus primeras herramientas que pronto sustituyó por la acuarela y el gouache sobre fondo negro que le permitían desbordar su yo, jugar con el azar, la caligrafía o los alfabetos inventados y experimentar con las “fuerzas desconocidas”, ese otro lado que tanto le fascinaba.
Con todos estos ingredientes, clasificar el arte de Michaux en un movimiento concreto es misión imposible. No sólo por las características de su obra, la ambigüedad de su universo creativo o su tendencia al desdoblamiento cuerpo/mente. También su larguísima vida le permitió experimentar y descubrir territorios heterogéneos. Sin embargo, pese a sus reticencias a encajonarse, confesó que el fantasmismo —arte de espectros y apariciones— sería la única corriente donde encajar todo ese mapa simbólico de signos, metáforas pictóricas y sinfonías cromáticas que salpicaron su trayectoria vital y profesional.
El Museo Guggenheim Bilbao presenta Henri Michaux: el otro lado. A través de destacado conjunto de obras la exposición repasa la trayectoria de esta figura inclasificable de la literatura y las artes del siglo veinte y proporciona una mirada panorámica en torno a tres grandes bloques temáticos: la figura humana, el alfabeto, y la psique alterada.
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Henri Michaux. El otro lado. Fechas: del 2 de febrero al 13 de mayo 2018. Comisario: Manuel Cirauqui.
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