Si el arte se compone de objetos destinados a ser vistos, ¿no debería ser también visual el modo de contar su historia? ¿Acaso puede únicamente leerse, pero no verse? Durante siglos, la historia del arte se ha escrito con palabras, supeditando las obras al texto. Sin embargo, en esta era de la digitalización, parece que la imagen ha recuperado su valor intrínseco y primigenio: construir un discurso artístico por sí misma. El Museo Picasso Málaga y la Fundación Juan March abordan en Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual las formas alternativas de narrar la historia del arte.
Las obras que componen la muestra se configuran como piezas esenciales de una reflexión sobre el arte contemporáneo a partir de la imagen, de sus propias imágenes. Ese es el objetivo principal de la exhibición: contar la génesis de la creación contemporánea poniendo el foco en las obras por encima del discurso que estas han generado. Justo al contrario de lo que se ha hecho hasta ahora mediante el método académico clásico. La idea es reconstruir el relato creativo moderno de manera visual, probar que esto no sólo es posible, sino que existe desde la antigüedad.
La exposición se estructura en tres secciones: la primera —Historias visuales (1681-1934)— y la tercera —Diagramas contemporáneos (1936-2019)— se nutren de diagramas y árboles genealógicos realizados desde el siglo XVII hasta hoy por distintos artistas, diseñadores, ilustradores, historiadores, ensayistas, poetas, escritores y críticos. Los ensayos de la historia del arte de la alemana Astrid Schmidt-Bukhardt, experta en el estudio de la evolución de las tendencias creativas a partir de la diagramática, dan buena cuenta de la variedad y riqueza que proporcionan estos otros modos de narrar.
La sección central, La exposición Cubism and Abstract Art (1936), es un caso práctico, un experimento visual que parte del diagrama con el que Alfred H. Barr, Jr. explicó el origen del arte abstracto.
El MPM convierte la genealogía de Barr en un mapa de obras de arte exclusivamente visual. Sustituye las referencias a movimientos y artistas concretos por las piezas fundamentales de los creadores que construyeron los distintos “ismos” de los siglos XX y XXI: Picasso, Brancusi, Cézanne, Delaunay, Max Ernst, Giacometti, Juan Gris, Kandinsky, Léger, El Lissitzky, Malevich, Matisse, Piet Mondrian, Braque, Paul Klee o Henry Moore. En total son más de dos centenares de artistas (y 400 obras entre pinturas, esculturas, obra gráfica, dibujos, muebles, fotografías y documentos) presentes en la exposición.
Picasso es, obviamente, el hilo conductor de esta segunda sección. Fue él quien revolucionó la manera de entender, sentir y concebir el arte y es él el más representado en esta segunda sección que también cuenta con dos piezas exquisitas: Paisaje con dos chopos (1912), de Vasili Kandinsky, Maqueta para una plaza (1931–1932), de Alberto Giacometti. Ambos artistas, considerados paradigma de las vanguardias, también estuvieron presentes en aquella exposición de 1936 en el MoMA con la que Alfred H. Barr, Jr. inició a los norteamericanos en la apreciación del arte moderno europeo.
El MPM ofrece al visitante la posibilidad de crear su propio diagrama artístico a partir del diseño de Barr o un árbol genealógico del arte con la ayuda de un mediador del museo. La propuesta es narrar de manera visual la personal historia del arte de cada uno a través de reproducciones de imágenes artísticas (pinturas, esculturas, fotografías, cómics o fotogramas de películas), palabras (relacionadas con emociones y sentimientos) y pictogramas.
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