Gala. La compañera de Salvador Dalí, la esposa de Paul Éluard, la amante de Max Ernst... Así se ha escrito la historia de esta mujer enigmática y compleja: siempre al lado de los artistas y poetas más representativos del surrealismo, siempre su musa e inspiración. Pero no. El papel de Elena Diakonova (Kazán, Rusia, 1894 - Portlligat 1982) trasciende los estereotipos de musa y se eleva al de creadora, por encima también de los rumores sobre su carácter manipulador o las etiquetas de bruja malvada, sedienta de dinero.
La exposición Gala Salvador Dalí. Una habitación propia en Púbol desvela a Gala, musa, artista y figura clave en las vanguardias del siglo XX. Estrella de Diego, comisaria de esta muestra organizada por el Museo Nacional de Arte de Cataluña, con la colaboración de Fundación Gala-Salvador Dalí, propone descubrir una Gala que se camufla de musa mientras construye su propio camino como artista: escribe, imagina y crea su propia imagen. También permite reconstruir la evolución de Salvador Dalí como pintor mediante una selección de 60 óleos y dibujos del artista, además de obras y fotografías de otros artistas que gravitaron en el universo surrealista: Max Ernst, Picasso, Man Ray y Cecil Beaton o Brassaï.
Gala nació en una familia de intelectuales de Kazan (Rusia) y vivió su infancia en Moscú. Allí, por la posición económica e intereses del segundo marido de su madre, tuvo acceso a una educación esmerada. En 1912 Gala llega al sanatorio de Clavadel, aquejada de una afección pulmonar, igual que tantos escritores y artistas de la época. Allí conoce a Paul Eugène Grindel (Paul Éluard), iniciándose entre ellos una relación amorosa, arropada por la pasión mutua hacia la poesía. Con el poeta se trasladó a París y conoció a muchos de los miembros del movimiento surrealista, que la miraban a veces con recelo —es el caso de Breton, quien descubre en Gala a una rival. Así hasta que conoce a Salvador Dalí en 1929. Desde entonces no vuelve a separarse de él.
¿Quién fue, en realidad, Gala?
¿Fue, sobre todo, una musa inspiradora de artistas y poetas? ¿O más bien una creadora, aunque tenga pocas obras firmadas, un par de objetos surrealistas hoy perdidos, algunos cadáveres exquisitos y las páginas de un diario? Son algunas de las preguntas que Estrella de Diego trata de responder a través de la exposición. Aunque se podría ir todavía un poco más lejos: si pensamos que Dalí no es sólo los cuadros que pinta sino la imagen que construye, ¿hasta qué punto no se puede decir que Gala forma parte de esa maniobra del “artista como obra de arte”?”, escribe la comisaria.
Gala representa, sin duda, un papel esencial en el arte siglo XX. Es mucho más que la imagen de mujer ambiciosa que algunos quisieron vender; mucho más que la bella misteriosa rusa que impulsó la carrera de Paul Éluard; más que sus muñecas, sus rosas, su biblioteca cirílica, sus recuerdos rusos o el mundo exquisito que comparte con Dalí. Los cuadros de Max Ernst, las fotografías de Man Ray y Cecil Beaton y, sobre todo, las obras de Salvador Dalí son mucho más que retratos: conforman un recorrido autobiográfico en el que, como heroína postmoderna, imaginó y creó su propia imagen. Pero además, participó de tal manera en las creaciones dalinianas (lo reconoce él mismo en sus escritos) que el pintor firma con el nombre de ambos, Gala Salvador Dalí, desde principios de los años 30.
En el Castillo de Púbol, esa “habitación propia” que el pintor le regaló para que ella construyera su propio universo creativo, Gala Dalí se montó un espacio personal donde Dalí solo podía entrar por invitación expresa de ella. En realidad, semejante condición sólo formaba parte del mundo surrealista que ambos alimentaban como la más sofisticada de sus creaciones. En su juego de espejos, se complementan y se completan. Se reflejan.
La muestra reúne también y por primera vez un interesante conjunto de cartas, postales, libros, vestidos y objetos personales, incluso hojas manuscritas de su proyecto autobiográfico que diseccionan el alma de Gala y sus dotes creadoras, pese a su empeño de ocultarlas tras el brillo de su cómplice.
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Del 5 de julio al 14 de octubre de 2018 en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, con la colaboración de Fundación Gala-Salvador Dalí. Comisaria: Estrella de Diego, profesora de Historia del Arte (UCM).