La Fundación Mapfre presenta en Madrid Redescubriendo el Mediterráneo. 138 piezas de grandes pintores como Renoir, Carlo Carrà, Claude Monet, Henri Matisse, Anglada Camarasa, Sorolla, Picasso, Dalí o Vincent Van Gogh, que plasmaron la naturaleza salvaje, la luz transparente y la intensidad del color de ese mar nuestro, símbolo de identidad de la cultura europea.
Artistas españoles, franceses e italianos se reúnen en una muestra excepcional que no sólo recoge la interpretación, la inspiración que cada uno de ellos recibió, interiorizó y luego plasmó en el lienzo. También refleja el sentimiento de libertad, la sensación de cobijo, de serenidad y, por qué no, de huida de la realidad urbana asfixiante que comenzaba a vislumbrarse en las ciudades del cambio de siglo. El reencuentro con el medio natural. Un mar luminoso, repleto de alegría, un hábitat que puede identificarse con la descripción de la edad de oro del Mediterráneo.
Junto a las obras más chocantes, combativas y radicales, el nacimiento del arte moderno (tan ligado a la ciudad) también contó con el redescubrimiento del Mediterráneo. La joie de vivre de Matisse, Le temps d’armonie de Signac representan la expresión más intensa de la que fuera tal vez la etapa más feliz y equilibrada de la historia de la pintura anterior al siglo XX, las guerras y las vanguardias. Y un resumen de lo que fue el Mediterráneo para toda una generación de pintores que, sin conocerse entre sí la mayoría de ellos, materializaron un espacio geográfico con similar trasfondo poético: un paraíso, una Arcadia soñada donde prevalece la alegría, el vitalismo, la fascinación por el paisaje, la esencia de una cultura.
El recorrido expositivo se abre en España, con el clasicismo del uruguayo Joaquín Torres-García, embrujado por los paisajes mediterráneos y los incipientes postulados del Noucentisme catalán —que más adelante veremos en la obra de Joaquim Sunyer—, engarza la tradición muralista con los primeros arquetipos nacionalistas en los que la mujer catalana es la principal protagonista. Pero antes, la muestra se detiene en Valencia, un referente de la pintura moderna española cuyo máximo representante, Joaquín Sorolla, celebraba una forma de vida intrínseca a la región: los tipos, las costumbres, el trabajo de mar, la playa como escenario vital. Como Ignacio Pinazo, uno de los primeros pintores que se interesa por los aspectos de la vida mediterránea.
Tras la obligatoria parada en Cataluña, el recorrido nos sumerge en el litoral balear. Allí descubrimos la visión acuática de Anglada Camarasa y Joaquim Mir. Con ellos la vida se traslada a las profundidades del mar, a las rocas, a los parajes inanimados, a la pureza del fondo submarino.
En las salas francesas, la visión mediterránea pasa por el descubrimiento de la luz. Marsella, Arlés, Niza, L'Estaque, Saint Tropez… suponen para los pintores franceses una revelación inaudita. Ellos, casi todos provenientes de grandes ciudades del norte de Europa, grises y lluviosas, se topan con una luminosidad exuberante, un clima benigno, un color cegador, casi extraterrestre. Un lugar, el Midi, donde el tiempo parecía haberse detenido. El edén.
El paso por Italia nos devuelve a la antigüedad, al clasicismo más puro, al mito, a las leyendas de Ítaca. Surge en los paisajes reflejados en los lienzos italianos un elemento inédito en España y Francia: las ruinas. Todas estas obras no llevan a la civilización pompeyana, a la melancolía. Sin embargo aportan una visión completamente distinta: el Mediterráneo como seña de identidad, un concepto del pasado perdido, la esencia misma de la cultura italiana.
La exposición se cierra con dos referentes indiscutibles, cuyo vínculo con el Mediterráneo traspasa su obra: Picasso y Matisse. El primero, en su vuelta al orden, trabaja sobre lo que él denomina los paisajes interiores, el poder del azul, los marrones del crepúsculo… La sensación de que el mar mágico desaparece. Lo mismo ocurre con Matisse. Una vez instalado en Niza, su idilio con el clima soñado, con las tardes silenciosas del verano queda relegado por una pintura de carácter intimista dominado por la luz y el color puro. Los recortes de papel fueron la solución.
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Redescubriendo el Mediterráneo. Sala Fundación Mapfre Recoletos. Paseo de Recoletos 23, 28004 Madrid. Del 10 de octubre al 13 de enero de 2019.
Esta exposición forma parte del proyecto internacional Picasso-Mediterráneo, una iniciativa del Musée National Picasso-Paris.
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