Lucio Fontana (Rosario, Argentina 1899-Varese, Italia 1968) vivió siempre a caballo entre dos mundos (Argentina e Italia), dos disciplinas (la pintura y la escultura) y un elenco de movimientos artísticos situados entre la vanguardia y el Madí y el arcaísmo etrusco.
Hijo de padre italiano y madre argentina, Fontana pasa los primeros años de su vida en Italia. Sin embargo fue en Rosario donde comienza su carrera como escultor a mediados de la década de 1920 en el negocio de su padre, Fontana y Scarabelli, donde realiza escultura funeraria para los cementerios de una ciudad con importante presencia de inmigrantes italianos. Poco después se traslada a Milán y continúa su formación en la Academia de Bellas Artes de Brera. Durante este tiempo desarrolla su carrera en Italia. Pronto muestra sus tendencias antiacademicistas y sus preferencias hacia el modelado y los relieves en yeso o terracota frente al cincel, inspirada en las esculturas antiguas de los sarcófagos etruscos.
A partir de la década de los 50 se decanta por los materiales reflectantes. Purpurina, pan de oro y fragmentos de vidrio brillan sobre las superficies lisas de sus pinturas perforadas. En la serie Piedras (Pietre), Fontana explota las peculiaridades del vidrio para proyectar la superficie de la pintura en el espacio del observador. Tanto esta serie como Agujeros y Óleos se aproximan muchísimo al llamado Arte Informal. Sin embargo, como buen artista ecléctico, ya había abrazado movimientos de vanguardia como el Futurismo, fusionando géneros, temas y referentes históricos.
En el contexto del renacer económico italiano de posguerra, la carrera espacial y la creciente amenaza nuclear de la Guerra Fría, Fontana crea sus obras más icónicas: los Cortes (Tagli). Al romper el plano pictórico, el gesto radical que suponen los Cortes constituye un acto de sabotaje para la disciplina de la pintura. En 1958 realiza su primera pintura rasgada: aplica pintura uniforme sobre el lienzo y, mientras aún está húmeda, la rasga con una cuchilla. Una vez que la pintura está seca, da forma a la abertura directamente con sus manos. Finalmente, la fija con un fragmento de gasa negra adherido a la parte trasera.
El Museo Guggenheim Bilbao presenta Lucio Fontana. En el umbral. A través de una selección de un centenar de objetos —esculturas, cerámicas, pinturas, obra sobre papel y ambientes— realizados entre 1931 y 1968, la exposición recorre los periodos fundamentales del trabajo de uno de los autores más influyentes de la posguerra.
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