Emil Nolde (Nolde, 1867-Seebüll, 1956) cambió su apellido —Hansen— por el de su lugar de nacimiento en la provincia alemana de Schleswig. Parece un detalle insignificante, sin embargo denota uno de los rasgos principales de su personalidad: la obstinación. Y también de su comportamiento: hacer lo que le daba la gana. No era un hombre fácil. Ni un pintor fácil.
Su universo creativo estuvo plagado de contradicciones: fascinado por los paisajes salvajes, los cielos inmensos, los mares tempestuosos y el clima brutal de su tierra natal al norte de Alemania, se sentía atraído igualmente por la decadencia de los cafés berlineses y el ambiente oscuro de los cabarets o el puerto de Hamburgo. Con las mismas pinceladas abruptas, impetuosas y plenas de color emocional reproducía unos escenarios y otros. Igual que su trayectoria vital. Le acusaron de nazi y racista, de bolchevique y anticlerical, de beato y reaccionario… Nada ni nadie logró apartarlo de sus convicciones artísticas.
Considerado como uno de los pioneros del expresionismo alemán, también fue uno de los primeros en abandonarlo cuando grupo expresionista Die Brücke (El Puente) se trasladó a Berlín en el año 1911. Ya antes había discutido con varios de sus colegas, pero el rechazo de algunos de sus cuadros por la Secession berlinesa colmó su paciencia. A partir de entonces, comenzó a desarrollar un estilo propio, al margen de las corrientes dominantes, pese a sus vínculos con la Neue Sezession vienesa.
Años antes ya había logrado eludir la fuerza impresionista y la evidente influencia que Vincent van Gogh, Gauguin, James Ensor y Edvard Munch ejercieron en su obra. Del impresionismo alemán escapó con mayor celeridad. Pudo más su querencia por lo primitivo y la naturaleza, por las poblaciones exóticas que descubrió en Nueva Guinea entre 1913 y 1914, por el horror que le produjo el colonialismo. Una ¿paradoja ideológica? más, teniendo en cuenta su cercanía al pensamiento nietzschesiano.
El pasado mes de julio, la Modern Two de Edimburgo —perteneciente a las National Galleries of Scotland— inauguró una de las mayores retrospectivas dedicadas a Emil Nolde en el Reino Unido en las últimas dos décadas: un recorrido exhaustivo por su obra entre 1901 y 1950 a través de 120 pinturas, dibujos, acuarelas y grabados, algunos rara vez expuestos fuera de Alemania.
La muestra, Colour is Life, repasa al detalle toda la carrera de Emil Nolde, desde sus tempranas obras atmosféricas vinculadas a su tierra natal hasta las intensas (y clandestinas) pinturas —las llamadas "pinturas sin pintar"— creadas en pequeños trozos de papel durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler le prohibió pintar y muchas de sus obras se incluyeron en la exposición Entartete Kunst (Arte degenerado) de 1937. Y también ofrece una exquisita visión de su alma libre, de su solitaria trayectoria artística, de su pasión por lo primitivo y, por encima de todo, de su inquebrantable determinación.
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