La Sala 1 del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León acoge hasta el 26 de septiembre El sueño de la razón. Se trata de una muestra colectiva compuesta por obras escogidas de sus propios fondos que propone una reflexión sobre los comportamientos irracionales, los mitos y los pensamientos mágicos que surgen como reacción ante el miedo y la incertidumbre.
Es un grabado de Goya —el número 43 de Los caprichos, El sueño de la razón produce monstruos— el hilo conductor de esta exposición, comisariada por Koré Escobar y Kristine Guzmán, y la instalación de Enrique Marty Fall of the Idols (2011-2019) el pilar sobre el que se articulan las ocho secciones que la integran.
Como solía el pintor de Fuendetodos, el grabado en cuestión era una crítica a la sociedad española de la época, dominada por las supersticiones (religiosas o profanas) y el fanatismo normalmente arrojado desde el poder. Aunque durante los doscientos años siguientes a aquel 1799 en el que Goya pintó la serie occidente consolidó la razón y el humanismo como herramientas fundamentales para el avance social, hoy parece que asistimos a una involución bien siniestra.
Como si no hubieran sido suficientes los totalitarismos del siglo XX para mermar la condición individual del ser humano, en el XXI, los nuevos mesías de la superstición y el fanatismo siembran una vez más desde sus púlpitos, teorías fundadas en el miedo, la irracionalidad y el adocenamiento.
La exposición que presenta el MUSAC trata de responder, desde el arte, a las razones por las que estas prédicas decimonónicas tienen tanto calado en numerosos sectores de la sociedad actual de todo el mundo. ¿Qué buscamos, como individuos primero y como masa después, para refugiarnos en este tipo de promesas y teorías? ¿Qué fundamenta el comportamiento, aparentemente, irracional de estos líderes y sus seguidores? ¿En qué fallan nuestras estructuras y sistemas sociopolíticos al generar tal descontento que arroja a tantos individuos a los brazos de estos mesías?
Las obras que forman parte de El sueño de la razón invitan —casi obligan— al espectador a mirar más allá de sus títulos y su apariencia formal. Todas ellas se presentan como un revulsivo frente a la aquiescencia generalizada, a la docilidad con la que asumimos la propaganda del (nuevo o no tanto) pensamiento mágico sin reflexionar al respecto. Es cierto que la incertidumbre que sobrevuela nuestra realidad desde hace más de un año no ayuda a combatir a los profetas del miedo. Por ello pararse ante la propuesta del MUSAC puede ser una excelente idea para desterrar algunas de estas teorías.
A través de lenguajes muy personales, estos artistas analizan las respuestas del ser humano ante la presión social, la sobreinformación y el sentimiento de amenaza. Desde los materiales reciclados de Enrique Marty, los palimpsestos de Galindo o las frenéticas animaciones de Ruth Gómez hasta las expertas manos de Amorales, Núñez y Lázkoz, todos los recursos son válidos para generar una atmosfera asfixiante y extraña, asentando la categoría de “lo siniestro” como una estética de tipo negativo.
Sin embargo, y al tiempo, ofrecen la posibilidad de subirse al carro de la razón, la introspección y el análisis personal, un viaje al final del cual el individuo se encontrará frente a sí mismo y tal vez se atreva a bajar a los falsos ídolos y sus esperpentos de su pedestal cainita, repleto de prejuicios.
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