El Museo del Prado fue fundado por Fernando VII y se abrió al público en 1819. Años después, en 1868, cuando se nacionalizaron las colecciones reales, se convirtió en el Museo Nacional de Pintura y Escultura y posteriormente en el primer museo de arte en España y uno de los primeros de Europa. El edificio construido por Juan de Villanueva en 1785 fue diseñado en principio y por orden de Carlos III para albergar el Gabinete de Ciencias Naturales.
En aquellos tiempos de “el mejor alcalde, el rey”, Carlos III desempeñó un jugoso papel en la evolución de Madrid. Su empeño por convertir la capital en una ciudad moderna, pulcra y culta impulsó el desarrollo de numerosas reformas y obras civiles. Entre ellas, el proyecto del Museo del Prado. Pero fue la cabecita casi anónima de María Isabel de Braganza —segunda esposa y sobrina del rey retrógrado, Fernando VII— la que pergeñó la idea inicial del museo. Su cultura, su afición por el arte, su sensibilidad, su existencia transparente al lado de aquel señor mujeriego y zafio, le llevaron a convertir el edificio de Villanueva en templo de la pintura y la escultura de la época. Casi vio cumplido su sueño. Ella murió de parto en Aranjuez el 26 de diciembre de 1818. Once meses después abría sus puertas la pinacoteca que hoy es uno de los iconos del arte mundial.
Fue en noviembre de 1819 cuando el proyecto póstumo de la reina, con un catálogo de 311 pinturas y 1510 obras procedentes de los Reales Sitios en sus sótanos, se hizo realidad en un Madrid convulso, roto por la aspereza absolutista de Fernando VII. Casi doscientos años después, —tras reformas arquitectónicas, ampliaciones, crecimiento del espacio expositivo, enriquecimiento de sus colecciones y cambios en la organización y en los criterios de exhibición— el museo alberga en sus salas una de las colecciones pictóricas más valiosas del mundo.
No en vano su retrato, pintado por Bernando López Piquer a partir de un boceto de Vicente López Portaña, preside la sala 075, dedicada al neoclasicismo. Peinada según la moda imperio y vestida de terciopelo rojo, la reina destaca sobre la imagen externa del edificio tal y como se estructuraba cuando se inauguró en 1819. El retrato conserva su marco original.
Es, por tanto, 2019 un año muy significativo para el museo madrileño, que va a celebrar su bicentenario mostrando íntegras sus colecciones, con todas las obras maestras que han cimentado su reputación en estos 200 años, además de una instalación dedicada a la construcción del edificio del Prado de los Jerónimos y su evolución en los siglos XIX, XX y XXI.
Durante este bicentenario también se celebran el 150 aniversario de la nacionalización de las colecciones reales y el 80 aniversario de la recuperación de las obras evacuadas durante la Guerra Civil. Con motivo de los 150 años de la conversión del Museo Real en Museo Nacional (1868) el Prado celebrará una exposición centrada en la pintura de Antinio Gisbert, Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga.
Igualmente, el museo extenderá sus actividades en más de treinta ciudades españolas. Los programas De Gira por España, El Prado en las calles y Hoy toca el Prado acercarán el patrimonio artístico y los recursos educativos de la institución a todo el territorio nacional.
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