El Gabinete de descanso de Sus Majestades es una exposición excepcional que evoca uno de los espacios más singulares del Museo del Prado durante sus dos siglos de historia. La sala 39 del edificio Villanueva vuelve a reunir las pinturas que colgaron en ella a partir de 1828 y la pequeña estancia anexa, que se habilitó como lugar destinado a la higiene personal de la familia real.
Inaugurada en abril del pasado año con motivo del bicentenario del Prado, la muestra recupera el destino original del dicho espacio y aprovecha para reflexionar sobre la estrecha relación entre la corona y las colecciones del museo desde su inauguración en 1919. La idea primaria era mantener la exposición hasta finales de noviembre. Sin embargo, el éxito de la exposición ha empujado al museo a prolongar su permanencia, al menos, hasta el mes de junio de este 2020.
El Gabinete de Descanso de sus Majestades era una sala privada, destinada al reposo del monarca Fernando VII y de sus familiares. Se situó en la primera planta del museo, frente al Jardín Botánico y mantuvo su carácter íntimo hasta 1865. El espacio estaba decorado principalmente con diferentes retratos reales e incorporaba una pequeña estancia anexa para el aseo y la higiene personal de los monarcas.
El gabinete se creó en 1828 como una galería representativa de la dinastía de los Borbones (desde Felipe V hasta Fernando VII), antecesores y parientes cercanos como Luis XIV y Felipe de Francia, I duque de Orleans, abuelo y tío abuelo de Felipe V respectivamente. Retratos de grupo de gran tamaño y especialmente los de los infantes e infantas completan la colección familiar que colgaba de sus muros con los planteamientos propios del XIX. Tras desvanecerse como espacio privado, la sala se convirtió en una especie de lugar de paso, invisible para el público, incluso para muchos especialistas.
La exposición, comisariada por Pedro J. Martínez Plaza, se vincula a la celebración del bicentenario y permite adentrarse en una de las estancias menos conocidas de la pinacoteca madrileña, no obstante tremendamente ligada a los primeros tiempos del museo.
Entre los cuadros recuperados para la muestra, destaca el conjunto de pasteles de los infantes realizados por Lorenzo Tiepolo. Dos de ellos, Antonio Pascual y Gabriel, también fueron retratados por Mengs. La familia de Carlos IV estaba representada en el gran cuadro de Goya, expuesto actualmente en la sala 32, y retratos individuales de algunos de sus miembros. Por su tamaño sobresale el cuadro de la reina María Isabel de Braganza, fundadora del Museo del Prado, encargado específicamente a Bernardo López Piquer para el gabinete.
En la sala original también se colocaron, con una intención principalmente decorativa, numerosos paisajes, pinturas de flores y bodegones de artistas flamencos y españoles como Luis Meléndez, Juan de Arellano o Benito Espinós.
En la estancia anexa, dedicada al aseo personal, se instaló un inodoro al uso: un mueble realizado en 1830 por el ebanista real, Ángel Maeso. Es el único elemento del mobiliario original que se ha conservado, pues alfombras, sillones, banquetas y otros elementos decorativos desparecieron. En la exposición, el retrete se sitúa en el mismo lugar. Se trata de un mueble muy especial, tanto por su calidad como por su singularidad. Su diseño, específico y ajustado a un espacio determinado lo hacía difícilmente aprovechable en otro lugar. Seguramente eso lo mantuvo a salvo de traslados.
Junto al retrete se muestran los dos orinales (masculino y femenino) realizados en la Real Fábrica de la Moncloa.
La muestra se completa con un proyecto museográfico virtual que permite vivir una experiencia inmersiva dentro de la sala. Partiendo de cuatro periodos históricos —primer tercio del siglo XIX; mediados del siglo XIX; principios del XX y presente—, el visitante recorre la evolución de la museografía de a lo largo de los últimos 200 años. La realidad virtual desarrollada se puede disfrutar a través de un navegador tanto en dispositivos móviles como en PC.
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