Calder y Picasso —dos de las figuras más influyentes en el arte del siglo XX— desarrollaron formas totalmente nuevas de percibir los grandes temas. El diálogo entre los dos artistas ofrece infinidad de posibilidades y una conexión clave: la exploración del vacío. Ambos abordaron en sus obras la “ausencia de espacio”, recorriendo el tortuoso camino del vacío, desde la figura hasta la abstracción.
Alexander Calder y Pablo Picasso se conocieron allá por 1931 en París. Calder presentaba su primera exposición de esculturas no objetivas en la Galérie Percier. Picasso llegó temprano, antes de lo previsto, sorprendiendo al norteamericano. En aquel tiempo, el artista malagueño ya era una figura conocida en la capital francesa, Calder un recién llegado. Coincidieron de nuevo en 1937, en el Pabellón español de la Exposición Internacional de París. Fue la primera vez que sus obras más icónicas —la Mercury Fountain y el Guernica— se midieron frente a frente.
Antes —Picasso en 1928, con la creación de una serie de esculturas de la transparencia en homenaje a su amigo Guillaume Apollinaire; Calder en el 29 con sus objetos cinéticos y esculturas de alambre—, ambos habían experimentado con el concepto de “no espacio” y la quimera de “capturar el vacío”. El español lo exploró a través de las formas y los volúmenes, el americano mediante el movimiento.
Partiendo de dichos experimentos artísticos, el Museo Picasso Málaga propone un interesante encuentro entre Calder y Picasso. La muestra, inaugurada el pasado 24 de septiembre, explora los vínculos creativos entre dos de los maestros más innovadores del siglo XX a través de un centenar de obras de ambos artistas.
Tanto Picasso como Calder nacieron a finales del siglo XIX. Sus respectivos padres fueron artistas de formación clásica. Ambos dejaron sus países de origen y se marcharon a trabajar a Francia, donde se reinventaron constantemente, destruyendo sus propios precedentes y renovando el arte de su tiempo. Aunque sus encuentros personales fueron escasos y jamás compartieron sus ideas artísticas, los dos trabajaron constantemente sobre la representación del espacio.
Calder exteriorizó el vacío a través de la curiosidad y la amplitud intelectual, involucrando fuerzas invisibles en modos que desafían las limitaciones dimensionales, o lo que él llamó grandeur-immense. Picasso se centró en el yo interior emocional, adentrándose en cada personaje y anulando el espacio interpersonal entre autor y sujeto.
La idea de confrontar el tratamiento del espacio por parte de los dos artistas partió de sus respectivos nietos: Alexander S. C. Rower y Bernard Ruiz-Picasso. Ellos son los auténticos analistas e investigadores, quienes han recopilado la considerable documentación que permitido poner en marcha la exposición que se exhibió previamente en el Musée national Picasso-Paris, donde permaneció hasta el 25 de agosto.
La muestra se articula en varias secciones temáticas — Capturar el vacío, Dibujar en el espacio, En suspensión, La gravedad y la gracia, Cortar y plegar— que ponen de manifiesto las similitudes y diferencias entre la obra de Calder y Picasso. E incluye piezas como los tres proyectos del monumento a Apollinaire o las tres esculturas de Les baigneurs (Picasso) y La grande vitesse o el universo colgante de Red Lily Pads, de Calder.
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6
-
7
-
8