La naturaleza, el París de Haussmann y la ciudad moderna fueron los pilares del arte de Gustave Caillebotte. El impresionista francés menos reconocido por su obra que por su papel de mecenas e impulsor de este movimiento artístico. Nacido en una familia acomodada y educado en los valores tradicionales de la École des Beaux Arts, pronto se une al bando de los independientes tras ver rechazado su primer lienzo —Los acuchilladores, obra que exhibió un año después, junto a otros cinco cuadros, en la segunda exposición impresionista— por el estricto jurado del Salón oficial.
Caillebotte vivía en uno de esos nuevos barrios diseñados por el barón Haussmann que contribuyeron a la calificación de París como la capital de la modernidad. Grandes avenidas abiertas, bulevares arbolados, tonos grises que también determinaron la obra temprana del pintor. A diferencia de otros artistas de entonces, obvió las estaciones de tren y los cafés para centrarse en los verdaderos protagonistas de la vida urbana: sus habitantes. Burgueses y obreros contrastan en una obra que refleja su interés por inmortalizar las diferentes clases sociales de la capital. Pero también la sensación de soledad y vacío de esa incipiente ciudad moderna hoy institucionalizada.
Tal vez por ello, cuando se trasladaba a Yerres las tonalidades giraban de forma radical. Como sus motivos artísticos. Caminos, jardines y huertos poblaban lienzos repletos de luz. Frutos y estanques, puestas de sol, paseos en piragua… Y el verano como actor principal. Aunque tras la venta de la finca familiar, los paisajes normandos y la ribera del Sena a su paso por Petit Gennevilliers determinaron una nueva etapa marcada igualmente por su afición a la navegación. Poco a poco destierra los paisajes urbanos que sustituye por la intensidad de la naturaleza que le acerca al impresionismo. Sin embargo, el tratamiento de las perspectivas y el movimiento le alejan del mismo. De ahí que su obra, hoy rescatada de un injusto papel secundario, se considere como una de las más originales y personales del París de principios del siglo XX.
Caillebotte dedicó mucho tiempo al estudio de la horticultura y el diseño de jardines. Por ello, durante los últimos años de su vida se dedicó a pintar todo lo que le cautivaba: las flores, el jardín y la navegación. Una pasión que el Museo Thyssen-Bornemisza recoge a través de sesenta y cinco obras en la exposición Caillebotte, pintor y jardinero. Una muestra organizada junto con el Musée des impressionnismes Giverny que recorre la evolución temática y estética del pintor francés. Desde los grises urbanos de París hasta la intimidad y el color que confiere a sus últimas composiciones.
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Caillebotte, pintor y jardinero
Fechas: del 19 de julio al 30 de octubre de 2016.
Sala de Exposiciones Temporales del Museo Thyssen-Bornemisza. Sótano primero.
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