Balthus. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.
Art The Moment

Balthus, controvertido y sensual, se muda al Thyssen

“Balthus es un pintor del cual no se sabe nada. Y, ahora, contemplemos sus obras”. Fue lo que respondió el francés cuando los comisarios de su primera exposición en Tate Gallery de Londres le preguntaron por los datos biográficos personales que deseaba destacar en el catálogo. Era el año 1967 y Balthasar Klossowski de Rola ... Balthus, controvertido y sensual, se muda al Thyssen.

Balthus es un pintor del cual no se sabe nada. Y, ahora, contemplemos sus obras”. Fue lo que respondió el francés cuando los comisarios de su primera exposición en Tate Gallery de Londres le preguntaron por los datos biográficos personales que deseaba destacar en el catálogo. Era el año 1967 y Balthasar Klossowski de Rola ya se había saltado todos los protocolos, imposiciones, tabúes y gazmoñerías varias que consideraba insustanciales.

Provocador por naturaleza, sensual por definición y escurridizo por voluntad propia, no sé si Balthus (París, 1908-Rossinière, Suiza, 2001) hubiera resistido el envite de ciertos sectores sociales, guardianes de la nueva moral contemporánea. Tal vez sí. Desde sus inicios en el arte, el maestro de la ambigüedad adquirió la costumbre de lidiar con la polémica. Tranquilamente. Con la misma serenidad que exhala su pintura, con la misma inquietud que transmiten esos cuerpos etéreos esperando lo imposible, el pintor de las fantasías de Lewis Carroll y las suyas propias trasladaba a los lienzos lo que le venía en gana, impasible ante los “ismos”, ajeno a las tendencias. “No tengo ningunas ganas de figurar entre los representantes de las últimas novedades. Simplemente quiero cumplir mi destino como pintor”. Y eso hizo.

No dudó en reconocer el influjo pictórico de Piero della Francesca, de sus vírgenes y ángeles; del simbolismo de Pierre Bonnard, amigo de la familia, que le orientó en los comienzos de su carrera; del onirismo poético de Rainer Maria Rilke, compañero de su madre (Bladine) desde la separación de su progenitor. También de Caravaggio, Poussin, Géricault o Courbet.

En el fondo, Balthus buscaba chinchar. A primera vista, sus pinturas parecen convencionales, de un clasicismo casi académico. Pero no. Subyace en ellas una visión psicológica mucho más compleja. El mundo se presenta como un escenario en el que los sueños se entrelazan con la vida cotidiana. Son imágenes perturbadoras, ambiguas, fascinantes.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta una amplia retrospectiva de Balthus, organizada conjuntamente con la Fondation Beyeler en Riehen (Basilea), donde ha podido visitarse hasta enero de 2019. La exposición, primera monográfica que se presenta en España en más de veinte años, reúne 47 obras, en su mayoría pinturas de gran formato, que cubren todas las etapas de su carrera desde la década de 1920. La muestra incluye sus obras más importantes como La calle (1933), que se verá en España por primera vez, La toilette de Cathy (1933), Los hermanos Blanchard (1937), Los buenos tiempos (1944-1946), Thérèse y Thérèse soñando, ambas de 1938 y magníficos ejemplos de sus polémicos retratos de jóvenes adolescentes o La partida de naipes (1948- 1950).

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Balthus. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Comisarios: Raphaël Bouvier, con el apoyo de Michiko Kono y Juan Ángel López-Manzanares. Comisaria técnica: Leticia de Cos, Área de Exposiciones del Museo Thyssen-Bornemisza. Del 19 de febrero al 26 de mayo de 2019

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