Alberto Giacometti. Retrospectiva es la muestra que el Museo Guggenheim Bilbao dedica a uno de los más grandes escultores del siglo XX. Un itinerario que sintetiza más de cuatro décadas de carrera a través de 200 piezas —esculturas, pinturas y dibujos—, testimonio de la continua evolución del artista. El impulso creativo de Giacometti se extiende desde sus obras tempranas y el periodo postcubista y surrealista, hasta el retorno a la figuración en 1935, que marcará su producción artística hasta el final.
Giacometti nació en Suiza en el año 1901. Todo a su alrededor rezumaba la esencia del arte. Su padre fue el conocido pintor neoimpresionista Giovanni Giacometti. También su tío pintaba, igual que su hermano Diego. No es de extrañar que las inquietudes artísticas del pequeño suizo se vieran inmediatamente apoyadas por su familia, iniciando su aprendizaje en Escuela de Artes y Oficios de Ginebra. Tras viajar a Italia con su padre, donde conoce la pintura de Cimabue y Giotto, se traslada a París y en la Académie de la Grande Chaumière con el escultor Antoine Bourdelle. En la capital francesa, sobre 1926, alquila cerca de Montparnasse el que iba a ser su taller durante el resto de su vida.
En ese pequeño cubículo de 23 metros cuadrados el artista encontró la inspiración para escribir la historia de la escultura del siglo XX a través de su personal mirada. “Desde siempre, la escultura, la pintura y el dibujo han sido para mí medios para comprender mi propia visión del mundo exterior”, explicaba Giacometti sobre su manera de abordar la figura humana, la gran protagonista de su escultura. Son las personas de su entorno —amigos, conocidos, amantes—, quienes inspiran su creación, fundamentalmente Annette, su mujer, y su hermano Diego.
En su obra de juventud, destaca claramente la influencia del arte primitivo africano y del arte cicládico. La estatuaria griega de las Cícladas expuesta en el Louvre le incita a explorar las geometrías y volúmenes que acaban desembocando en su fase cubista. En 1927, sintetiza estas influencias en Mujer cuchara (Femme cuillère), una monumental pieza de yeso que después materializó en bronce. Poco después, su contacto con Breton le empuja hacia el surrealismo. Tal influencia se plasma en piezas oníricas e insólitas que reflejan los postulados de la corriente: el mito, el subconsciente, el mundo interior, los sueños, el erotismo, la escritura mecánica…
Tras la II Guerra Mundial su estilo se torna aún más existencialista e introspectivo. Esas figuras escuálidas, famélicas, desdibujadas, son el efecto del impacto de la contienda, de la crueldad, de las consecuencias negativas, del aislamiento, de su nefasta experiencia bélica, aunque no la vivió en plena efervescencia, sino "exiliado" en Suiza.
Ordenada de manera cronológica con algún que otro salto temático, la exposición permite entender la evolución de Giacometti como artista: los motivos recurrentes, las texturas rugosas, el movimiento, el aislamiento, la angustia, los espacios y los planos, su interés por los materiales moldeables como el yeso o la arcilla… Y el retrato. Una manifestación artística a través de la cual Giacometti explora la figura y el individuo, los pilares de su obra.
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Alberto Giacometti. Retrospectiva. Del 19 de octubre de 2018 al 24 de febrero de 2019. Comisarias: Catherine Grenier, Fundación Giacometti de París y Petra Joos, Museo Guggenheim Bilbao. Comisaria adjunta: Mathilde Lecuyer-Maillé.
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