Joyas

Van Cleef & Arpels seduce el tiempo a todo color

Con 8.000 piedras de colores.

Van Cleef & Arpels ha alumbrado otro reloj en el que su magisterio joyero se complementa con el tiempo absoluto. El reloj brazalete Carpe Koï es fruto de la creatividad, la innovación y de la inspiración y el culto a la cultura japonesa.

Van Cleef & Arpels es una firma que habla un lenguaje universal que le permite conectar con hombres y mujeres de todas las culturas; su lenguaje es el arte joyero, su vehículo para expresar los sueños… incluso si no pueden encontrar las palabras. ¿Cómo describir la arrolladora creatividad, su audacia expresiva, su mundo habitado por flores, criaturas imaginarias…? La naturaleza en cualquiera de sus formas o expresiones tiene un hueco en su universo encantador.

Al mundo de Van Cleef & Arpels ha llegado un nuevo habitante. Se trata de una carpa brillante que ha viajado desde un estanque de uno de los jardines Zen japoneses, esos reductos de paz, exotismo y creatividad. La firma francesa se ha inspirado de nuevo en este animal portador de buena suerte que ya había iluminado su fantasía para la creación del anillo de la colección de Alta Joyería Palais de la Chance.

La carpa koï es símbolo de amor. Para los japoneses, el koï aporta serenidad a la vida, pero además como suele nadar contra corriente, la carpa también es sinónimo de paz y coraje.

Van Cleef & Arpels rinde homenaje de nuevo a la cultura japonesa con el reloj brazalete Carpe Koï formado por 8.000 piedras de colores: diamantes, granates espesartina, zafiros amarillos, turmalinas… Solo se ha creado una única pieza en la que los virtuosos “Mains d’Or”, sus artesanos con manos de oro como son conocidos, han trabajado 3.450 horas para que del oro amarillo y blanco y de las piedras preciosas naciera una carpa de un realismo impresionante.

Este simbólico pez de colores llamativos rodea la muñeca convertido en una joya que es también un talismán protector. El brazalete se desabrocha pulsando la cola del pez  y con un toque de elegancia consumada, el koï abre con discreción su boca y descubre las horas y los minutos sobre una esfera engastada completamente con piedras preciosas.