Fueron los años del charlestón, del Sufragio femenino en EEUU y de Coco Chanel, de la Ley Seca y de Al Capone, del primer vuelo del autogiro de Juan de la Cierva, del descubrimiento de la penincilina y de la tumba de Tutankamón, de un primer Mickey Mouse, del Gabinete del Doctor Caligari, del Metrópoli de Fritz Lang, del Acorazado Potemkin, del nacimiento de la Metro Goldwing Mayer, de Un perro andaluz de Buñuel y de la generación del 27.
Los años veinte, antes de la Gran Depresión lucían del encanto de nuevas generaciones que se rebelaban contra las tradiciones y comenzaban a vivir un mundo nuevo lleno de posibilidades en el que la moda se distinguía por el renacer de las formas y las nuevas normas de la elegancia. Son los años del reloj como complemento ineludible de cualquier caballero que se preciara de serlo, del reloj como muestra de estatus y buen gusto, los años que evoca el Tissot Pocket 1920, con un precio recomendado de 570 euros, este reloj de movimiento mecánico swissmade, montado en una caja de acero inoxidable con fondo transparente y protegida por una banda de cuero en negro o marrón, de agujas rectas y con el corazón de su mecánica a la vista, de sencillo y fino diseño, compite entre elegancia y nostalgia.