Un movimiento mecánico, preciso, tiene una belleza absorbente. Es una convicción basada en la propia experiencia. La relojería tiene esto más allá del diseño y los materiales, de la calidad, del ingenio incluso, que el movimiento mecánico de un reloj puede mantenernos absortos en su contemplación durante horas. Sobremanera un tourbillon.
Y aunque suele tener un espacio propio no es propio que tenga un papel principal, por encima de las horas, de los minutos, de la reserva de marcha o de cualquier otra complicación. El tourbillon es un ingenio con más de doscientos años, útil, valioso, valorado pero un ingenio. Y lo es por su función; en realidad no indica nada a no ser que esté parado.
El tourbillon compensa las variaciones que evitan la precisión y que se producen en la maquinaria del reloj por la fuerza de la gravedad y el movimiento. Un invento más de los muchos de Abraham-Louis Breguet que lo patentó a mediados de 1801 y que ha sobrevivido por su perfección al tiempo. Y todo un emblema de la relojería al que Kerdebaz rinde tributo a lo grande.
Y como sabemos, en esto de la relojería hay mucho de lo más, de grandes retos. El más fino, el más pequeño, el que tiene más complicaciones, el que es absolutamente distinto, el que aporta un ingenio mayor. En este caso es Maximo "el más grande" de la joven relojera suiza Kerbedanz, que es el más grande en un reloj de pulsera.
Y lo llaman así no sólo por el gran diámetro de su caja de 49x13,3mm si no por su inmenso tourbillon que ocupa el lugar central de la esfera a un inmenso tamaño: el calibre de la casa KRB-08 Tourbillon Gigante. Tan grande que se ve con total claridad su funcionamiento, perfecto para comprender qué es y cómo funciona. Y para contarlo. 27 milímetros de diámetro tiene de hecho. La visualización de las horas queda absolutamente ofuscadas por el movimiento de 6 minutos de este tourbillon.
El Kerbedanz Maximus lleva una caja de titanio o de oro de 18 kilates con cristal de zafiro antireflectante en el frontal y en el fondo de la caja. Un cristal con forma de lente que amplia aún más la visualización del mecanismo y que magnifica su inmensa presencia. se necesitan 415 componentes -75 solo para el tourbillon- y 34 joyas para montar este reloj con indicador de reserva de marcha de 48 horas. Y un trabajo minucioso y artesano que se realiza de principio a fin en la manufactura de la casa en Neuchâtel.
Una edición limitada a 99 unidades cuyo precio en titanio es de 165.000 francos suizos, al cambio 150.500 euros. Todo un espectáculo el tourbillon de pulsera más grande del mundo.