El tiempo fluye constante y ajeno a las sensaciones que provoca, a ese ser breve o hacerse largo que nos inquieta más si cabe que el goteo regular e incontenible de los minutos, las horas, los días... y así hasta que pasan meses, años y hasta siglos. No podemos condensar el tiempo y envolverlo para regalo porque el tiempo no tiene forma, tamaño ni color, el tiempo, de puro abstracto, no existe más allá del segundo en el que es presente, el momento justo y exacto en el que hacemos vida.
La vida se hace en los minutos y las horas que medimos y cuyo discurrir vigilamos en nuestro reloj de pulsera porque, para echarle vida a los años -como recomienda Punset- no está nunca de más un punto de planificación y dos de orientación por aquello de saber en qué hora vives.
Omega propone un elegante y seductor reloj de oro rojo y diamantes a juego con un anillo del mismo brillo para las damas -que por algo son de la línea Ladymatic- y deja para los caballeros una nueva versión de su clásico cronógrafo Speedmaster en una lujosa combinación de oro amarillo y acero noble.
El tiempo pasará de cualquier modo pero con Omega no se te escaparán los minutos.
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