Si no fuera porque sabemos que el tiempo es caprichoso y suele hacer lo que le viene en gana, diríamos que los relojes se inventaron para poder controlarlo, acelerarlo o pausarlo a nuestro antojo. Y, casi con total certeza, la mayor parte de las veces los utilizaríamos para detenerlo, para que no avanzara y pudiéramos saborear y disfrutar los instantes sin prisa alguna.
La casa relojera Panerai lo sabe desde que fabricó su primer cronógrafo en 1943. Se trataba del modelo Mare Nostrum, que se presentó a los oficiales de la Armada italiana y que sirvió como inspiración para los modelos que se lanzarían al mercado posteriormente.
El modelo Radiomir 1940 Chronograph es el último diseño de la firma y aúna parte de sus señas de identidad, entre ellas la tecnología y la historia. Está disponible en tres materiales distintos: oro blanco, oro rojo o platino, todos ellos metales preciosos y de excepcional calidad. La elección depende únicamente de los gustos personales, pero sea cual sea será acertada ya que comparten las mismas características.
Llevarlo puesto es todo un privilegio y, al mirar la muñeca, uno queda embelesado de sus cuidados detalles. La caja de 45 mm de diámetro tiene unas líneas sencillas y elegantes, en homenaje a los relojes que la firma diseñó en torno al año que da nombre al modelo.
Su acabado pulido, los dos pulsadores y una esfera que rescata la esencia más clásica de cualquier reloj, son sus mayores atractivos. Su movimiento es obra de la manufactura suiza Minerva, que le otorga el punto artesanal y de tradición necesario para todo buen reloj. La edición de los tres cronógrafos es limitada, solo se han fabricado 100 ejemplares en las dos versiones de oro y 50 de la versión de platino. Y, quien sabe, a lo mejor detienen el tiempo.
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