Decía Lao-Tsé que todo viaje comienza con el primer paso y fue en 1848 cuando Louis Brandt inició en La Chaux-de-Fonds (Suiza) su particular aventura hacia conquista del tiempo ensamblando su primer reloj de bolsillo a base de las piezas que los relojeros locales le suministraban. Años después sus hijos se trasladaron a Biel/Bienne y empezaron a crear sus propios mecanismos, pero el verdadero éxito llegó en 1894 con François Chevillat y su genuino calibre Omega.
Desde entonces, impulsada por el espíritu pionero de fundadores y herederos y siempre comprometida con la innovación, la prestigiosa manufactura suiza ha participado en los hitos históricos más apasionantes de la humanidad, ha cronometrado los más célebres acontecimientos deportivos e incluso ha sido el reloj fetiche del espía favorito de Hollywood.
Este año en la recién inaugurada Baselworld 2014 —Feria Mundial de la Relojería y la Joyería de Basilea— Omega, además de mirar al futuro con sus nuevos movimientos Master Co-Axial integrados en modelos femeninos tan espectaculares como el Aqua Terra Ladies —elegante, deportivo, con esfera en nácar y doce diamante como índices—, el De Ville Prestige Butterfly —calibre Omega y movimiento automático, su esfera de nácar y diamantes se adorna con un delicado diseño de mariposas —y el delicado el Constellation Pluma, rinde tributo a su patrimonio histórico con tres clásicos renovados: el Seamaster 300 de 1957 que regresa con las innovaciones más avanzadas de la firma tanto en diseño como en mecánica; un minimalista De Ville Trésor que, inspirado en el modelo original del 55, luce esfera palta opalina, agujas en oro pulido y un motivo “clous de Paris” de época absolutamente encantador; así como el nuevo Speedmaster Mark II —el reloj que conquistó la luna en 1969— equipado con calibre 3330, movimiento automático y taquímetro luminiscente.
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