Es la primera vez que Blancpain incorpora el pulsímetro a uno de sus relojes. Es muy fácil medir las pulsaciones pues el cronógrafo está asociado a una escala graduada que rodea la esfera. Funciona así: se pone en marcha el cronógrafo, se cuentan treinta pulsaciones, se detiene el cronometraje y la aguja indica sobre la graduación del pulsímetro el número de pulsaciones por minutos.
Para el Villeret Cronógrafo Pulsímetro, Blancpain ha desarrollado un nuevo calibre automático, formado de 322 componentes, que por vez primera en la historia de la marca bate a una frecuencia de 36.000 alternativas/hora – a mayor frecuencia, mayor precisión- y está provisto de un cronógrafo flyback, muy útil para medir dos sucesos que se producen en tiempos sucesivos pues la aguja vuelve a cero y arranca de forma instantánea. El fondo de cristal de zafiro deja al descubierto la perfección técnica del recién nacido de los mecanismos de Blancpain, que luce la masa oscilante decorada con un motivo nido de abeja.
Como todo reloj de la colección más clásica de la manufactura suiza, el Cronógrafo Pulsímetro es un fiel heredero de la tradición de Blancpain que comenzó a forjarse en 1735. Su genética se percibe al instante con su caja double pomme –es de oro rojo y mide 43,6 mm-, los estilizados números romanos y la pureza de su esfera de esmalte “Grand Feu” abombada en color blanco. En ella todos los elementos están perfectamente organizados en aras de la legibilidad. Los contadores de 12 horas y tres minutos son muy discretos y de la misma discreción hace gala la fecha, que se asoma en una pequeña ventanita a las 6 horas. La pulsera de aligátor en color marrón está en perfecta sintonía con la tonalidad del oro de la caja. Su precio recomendado es 25.100 €.