Hay ciertas cosas que siempre están ahí. Poco importa el ir y venir de las tendencias, hay objetos (si es que podemos catalogarlos bajo esta palabra) que no varían, que continúan gustando pase lo que pase, suene la música que suene, nos peinemos como nos peinemos. A ese grupo de elegidos los llamamos clásicos, no por su longevidad, sino por esa condición sine qua non que los hace eternos y bonitos. Y eso, como ya sabrán, no es una cuestión sencilla.
Son clásicos los jeans rectos sin lavados extraños, la camisa blanca, el 2.55 de Chanel, el abrigo camel de Max Mara, la tarta de chocolate con galletas, Nino Bravo, las Vespas, los hombres a lo Humphrey Bogart, los guantes de la Hayworth en Gilda, Mary Poppins, el gin tonic (con o sin pepino), los diamantes y el Grande Classique de Longines, un reloj atemporal más allá incluso de su propio nombre.
Esta firma suiza, que de relojes sabe -y mucho-, amplía su colección más clásica y elegante con un nuevo Grande Classique. Su nombre, 100 Diamantes, ofrece información por adelantado sobre este cuarzo realizado en acero que presenta un bisel engastado en cien diamantes Top Wesselton VVS. Esta pieza de perfil ultradelgado, ya que su caja únicamente alcanza los 4,6 mm., cuenta con una esfera en azul oscuro de 29 mm. adornada -cómo no podía ser de otra forma- con doce índices de diamante. Este modelo de Longines indica las horas y minutos con precisión helvética gracias a sus agujas plateadas de tipo bastón, que confieren al cuarzo una finura propia del resto de la pieza, terminada en una pulsera de triple cierre, ataviada de finos eslabones de acero para una perfecta adaptación a la muñeca.
Tradición, elegancia y rendimiento se unen en este Grande Classique de Longines que ya forma parte, por méritos propios, de toda buena lista de clásicos atemporales que se precie.