Relojes

La herencia de Longines

The Longines Master Collection es la heredera de la tradición de la firma suiza con más de 180 años de historia.

La brillante historia de Longines comenzó en St. Imier en 1832. Auguste Agassiz y Ernest Francillon definieron de forma muy clara el ADN de sus relojes. Debían ser contemporáneos, pero sin doblegarse a las modas pasajeras;  vanguardistas desde el punto de vista técnico y alcanzar la excelencia sin renunciar a la sobriedad.

Longines ha seguido estas premisas  al pie de la letra  en todas sus colecciones durante más de 180 años, pero la que línea que mejor representa estos valores es, sin lugar a dudas, The Longines Master Collection.

Los nuevos modelos se inspiran en la estética de la caja del célebre modelo Weems de la firma suiza de los años 20, pero su caja tiene ahora unas dimensiones más generosas, más acordes con los nuevos tiempos, pero sigue envuelta en su elegancia clásica innata. Se versiona en cinco diámetros diferentes: 38,5 mm, 40 mm, 42 mm, 44 mm y hasta 47,5 mm.

Al renovar la colección, Longines ha tenido en cuenta la polivalencia del hombre de hoy, la importancia que le otorga al estilo  y la funcionalidad de su complemento estrella: el reloj.  Los  relojes de la colección Master está disponible con caja de acero, oro amarillo o rosa de 18 quilates, laten al ritmo de  10 diferentes variantes de movimientos de carga automática o manual que recrean el tiempo en esferas en color negro o plata con decoración  “granos de cebada”, que se evidencia bajo la fina capa de esmalte transparente. Las pulseras están en perfecta armonía con las cajas.

La estrella indiscutible de la familia es el modelo The Longines Master Collection Retrograde Moon Phases. Las indicaciones del día de la semana a las 12 h, la fecha a la derecha, el segundo huso horario a la izquierda y del pequeño segundero a las 6 h son mostradas con agujas retrógradas, es decir, saltan de forma instantánea hasta su posición inicial una vez que han recorrido completamente su camino. Las cuatro manecillas bailan al compás de las fases de luna, que se asoman en la ventana sobre el segundero, y la indicación día y noche, que se muestra bajo las 12 horas. El escenario es una esfera plateada o negra,  decorada con “granos de cebada”, y el artífice de la danza es un calibre automático que se protege en una caja de acero de 41 y 44 mm.