El tiempo puede ser un estado atmosféfico. Hay tiempo medio, absoluto y compuesto. Existe la expresión tiempo de fortuna, o de pasión que acaba en sábado santo. Pero también hay tiempos muertos, perdidos y relativos.
Y aquí dándole tiempo al tiempo, hablaremos del que no puede ser visto, ni tocado, pero sí medido. Y esta vez el soporte, obra del diseñador sueco con base en Hong Kong, David Ericsson, encontró la inspiración en esa conjunción de elementos opuestos que supone el horizonte. De ahí esa media esfera que es marca de la casa.
La firma nace en 2008, primero en digital con el V01, reversionado con leds, y posteriormente en analógico con el V02. Y con este llegó la diversión, la de averiguar la hora con ese sistema suyo de manillas de colores, asociadas a los números de igual color. Y así rojos y blancos se entremezclan para retarnos el tiempo.
Unos diseños simples, sobrios, sin artificios, que se presentan en una caja de acero inoxidable, cristal de vidrio, correa de piel o de caucho, y diferentes tipos de superficies. Así negro, pulido, dorado o cepillado.
Piezas con cierto aire retro y un valor de unos 165 euros que dan al tiempo una nueva dimensión, desde una nueva perspectiva, la de su propio horizonte.
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