Relojes

En el corazón de Blancpain

Viajamos a la manufactura más antigua del mundo.

Blancpain nos abre sus puertas y nos invita a conocer su presente y su pasado. La manufactura más antigua del mundo “vive” desde 1982 en el Valle del Joux, el Valle de los Relojes, la cuna de la relojería tradicional, pero nació más al norte, en Villeret en el año 1735.

En la actualidad tiene dos centros de producción, separados por solo unos 4 km. En Le Sentier se encuentra la fábrica más industrializada y en Le Brassus, el taller de las grandes complicaciones y los oficios artesanales.

El edificio ubicado en Le Sentier ha experimentado distintas ampliaciones y la última de ellas se produjo en 2012. Unas 700 personas trabajan en estas instalaciones de dos plantas en las que convive la modernidad con la tradición pues en él se desarrolla el trabajo más industrial -se fabrican las herramientas y los componentes de los relojes (platinas, tornillos, puentes…)- y se manufacturan los relojes “menos complicados” de Blancpain. Es el lugar donde pone en práctica su eslogan “la innovación es nuestra tradición”.

La visita en Le Sentier transcurrió por los espacios menos excitantes como el almacén donde se guarda el latón, el acero, el oro y demás materiales que se utilizarán para la fabricación de los diferentes componentes del reloj a pocos metros. Blancpain también crea todas y cada una de las herramientas necesarias para fabricar las piezas de los mecanismos porque para cada una de ellas se utiliza una distinta. La inversión estimada en la fabricación de cada herramienta oscila entre los 30.000 y los 250.00 francos suizos. En los últimos meses Blancpain ha adquirido nuevas máquinas –en las que incorpora sus propias herramientas- y la inversión de alguna de ellas ha superado los 2 millones de francos suizos. La manufactura más antigua del mundo invierte de forma continuada importantes sumas de dinero en I+D y fruto del trabajo y la inversión en los últimos 10 años ha podido desarrollar 34 mecanismos nuevos.

Aunque en principio las instalaciones no seducían demasiado, la excursión al final fue muy interesante. Se suele pensar que las máquinas acaban con el trabajo humano, pero en Blancpain el proceso mecanizado está controlado de forma exhaustiva por personas que son imprescindibles porque son las que realizan el control de calidad de cada componente. Es muy curioso, y sorprendente, el gran número de herramientas que hay que fabricar para crear las pequeñas piezas que forman el corazón de los relojes.

En Le Sentier Blancpain crea, desarrolla, controla, ensambla y produce entre 25.000 y 30.000 calibres mecánicos al año lo que no quiere decir que la producción de relojes alcance esas cifras porque la manufactura suministra mecanismos a otras marcas tanto del Grupo Stich como ajenas a él.

El plato fuerte del viaje era sin duda la manufactura donde Blancpain crea sus obras más excepcionales. Estas nacen en el ambiente de paz que se vive en la granja histórica de Le Brassus, antiguo edificio que perteneció al prestigioso fabricante de movimientos Frédéric Piguet, integrado en Blancpain desde 2010. Los relojeros necesitan un ambiente de tranquilidad, alejado del mundanal ruido, para concentrarse en el trabajo minucioso que realizan con sus propias manos.

En el interior de sus muros de piedra trabajan 50 personas en los talleres especializados en decoraciones, grabados, esmalte y complicaciones como el tourbillon y el carrusel –dispositivo que lucha contra la gravedad que solo crea Blancpain- o la repetición de minutos.

En la mágica granja de Blancpain en Le Brassus Entre conocimos datos curiosos como que para pulir algunas de las pequeñas piezas de un movimiento son necesarias hasta tres horas o que la decoración requiere 4 o 5 horas más. Aunque es una gran inversión que no aporta nada técnicamente, los relojeros de Blancpain siguen puliendo, como se hacía hace siglos, los ángulos de las piezas del mecanismo (achaflanado), estiran los flancos, perlan y decoran con Côtes de Genève puentes y platinas…Tuvimos la oportunidad de estropear una de ellas demostrando las pocas habilidades en la realización del perlado.

Blancpain atiende peticiones por encargo en los talleres de grabado, esmalte y repetición de minutos. Vimos la esfera del reloj Villeret Sakudo, recientemente galardonado con el Oscar de la Relojería en la categoría de Oficios Artesanales; pero la mayor sorpresa la recibimos en el taller del Repetición Minutos al enterarnos de que Blancpain sigue realizando por encargo relojes únicos con autómatas, los famosos Jaquemartes con inimaginables escenas eróticas que sonrojarían incluso a las mentas más abiertas. Nuestros oídos escucharon además el sonido del tiempo y el relojero nos retó a adivinar la hora de un calibre con repetición de minutos.

En el taller de Tourbillon y el Carrusel vimos latir al mismo tiempo los corazones de estas dos complicaciones que desafían a la gravedad. No es lo mismo que verlos ya ensamblados en el reloj. El tourbillon –Blancpain solo utiliza el tourbillon volante- y el carrusel cumplen una misma misión pero de forma muy diferente. Blancpain es la única manufactura que incorpora el carrusel en sus relojes y como alarde de su savoir-faire y de orgullo tradicional hace frente a la gravedad reuniendo los dos dispositivos en un mismo reloj. La primera vez fue en 2013 y este año ha repetido osadía en el Tourbillon Carrusel Le Brassus.

No tienen el reconocimiento de Velázquez, Miguel Ángel, Da Vinci… pero el trabajo que realizan los artesanos en las esferas de los relojes en el taller de Esmalte es comparable, incluso supera -si tenemos en cuenta la escala del lienzo- la de los grandes maestros de la pintura porque reproducen en miniatura cualquier obra, de cualquier estilo pictórico, o pintar lo que les soliciten los clientes. Además de los relojes realizados por encargo con esmalte, Blancpain utiliza esta técnica en los modelos que crea con motivos especiales como la apertura de una boutique, obras benéficas…

Viajar al Valle del Joux en Suiza es siempre una experiencia sensorial. Aunque solo estés unas pocas horas, experimentas el placer de la gastronomía y la vista se relaja con sus paisajes bucólicos, pero siempre lo más emocionante es adentrarse en el mundo de la relojería y ver con tus propios ojos a los relojeros trabajar de la misma forma que lo hacían hace siglos.