Cuando el 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik, en Estados Unidos hubo una conmoción nacional. Los rusos se adelantaban en aquella carrera por conquistar el espacio exterior y demostrar su superioridad ante el mundo.
Un año después la Nasa ponía en marcha el Programa Mercury con la intención de convertir a Estados Unidos en la primera nación que pusiera un hombre en el espacio. De todos los candidatos a astronautas sólo siete fueron seleccionados. Los Siete Originales, o Mercury Seven, el Grupo 1. Alan B. Shephard sería el primero de aquellos americanos en realizar un vuelo suborbital, el 5 de mayo de 1961, pero un mes antes la URSS ya había puesto a Gagarin en órbita. Virgil I. Grissom seguiría a Shephard el 24 de julio, pero hasta el 20 de febrero del 62 los norteamericanos no lograría poner un hombre en órbita: John Glenn.
El siguiente lo hizo tres meses después, el 24 de mayo de 1962 a bordo de la Mercury-Atlas 7. Scott Carpenter era el cosmonauta que pilotaba la misión sustituyendo a su compañero Deke Slayton al que se le detecto una peligrosa arritmia cardiaca. El Mercury-Atlas 7 despegaba del Complejo 14 de Cabo Cañaveral a las 12:45:16 UTC y tras dar tres vueltas a la tierra recorriendo una distancia total de 122.344 kilómetros a una velocidad de 28.242 km/h. En 4 horas, 56minutos y 5 segundos amenizaría por un error de cálculo durante la reentrada a 400 kilómetros del lugar previsto.
Durante aquel vuelo orbital en la cápsula Aurora 7, Carpenter tenía a su disposición la más moderna y avanzada tecnología de la época, pero una de los elementos fundamentales para Scott era su reloj, un cronógrafo muy especial desarrollado por Breitling con graduación de 24 horas para diferenciar el día y la noche en el espacio y a esa velocidad orbital. Aquel "Navitimer" fue el primer cronógrafo en volar al espacio.
Para conmemorar aquella hazaña de Carpenter y su Navigator, más de cincuenta años después Breitling lanza el Navitimer Cosmonaute, una edición limitada de 1962 ejemplares de cuerda manual, indicación de 24 horas y el emblema de la Aurorar 7 grabado en el reverso de la caja. Un cronógrafo de 39 rubíes con reserva de marcha de un mínimo de 70 horas, en una caja de acero, acero negro o de oro rojo de 18K, de 43 mm con un grosor de 13,85mm y un peso de 81,10 gramos, que se combina con tes tipos de pulsera distintas, en piel, la Air Racer o la Navitimer y cuyo precio va de los 7.800 a los 44.200 de su versión en oro rojo. Sin duda un homenaje.
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