Amamos la velocidad, incluso cuando nos lleva al límite del miedo porque en ese vértigo nos sabemos vivos y sentimos que cabe la posibilidad de vencer la carrera contra el tiempo, claro que sabemos que ésto último es un sinsentido fruto de la emoción del momento como sabemos que la velocidad es, al fin y al cabo, una cuestión de pasiones.
Pasiones varias y distintas que han llevado a unos y otros pilotos a enfrentar al tiempo en un correr imposible que necesitaba, sí o sí, un motor justo y exacto que midiera sus avances tanto como el que movía sus vehículos. Y, dado que a Rolex no le faltaba pasión ni exactitud, la conjunción velocidad-tiempo se produjo de forma natural en Daytona, la Meca de la velocidad.
Primero fueron las carreras en la playa de arena dura, después el circuito más rápido jamás visto, en 1962 el patrocinio de Rolex y un año más tarde el primer modelo de Cosmograph Daytona, el original que deriva en el que hoy propone Rolex para afrontar la carrera diaria contra el tiempo.
El primer Cosmograph Daytona -el de 1963- estaba pensado para los pilotos de automovilismo; lució cambios dos años más tarde y nuevas versiones en 1988 y en el 2000 -año en el que estrena el calibre 4130, una obra maestra de la ingeniería y la micromecánica- hasta llegar al año que nos ocupa y el cronógrafo al que difícilmente podrás resistirte: el primer modelo del Daytona en platino con esfera en azul glaciar y un espectacular bisel monobloque Cerachrom; es, sin duda, el cronógrafo deportivo más elegante jamás visto.
Claro que no sólo en platino luce el Cosmograph Daytona, también en acero, oro amarillo, blanco, everose o bicolor con pulsera de metal o piel y la esfera al gusto porque Rolex te ofrece la posibilidad de personalizar tu reloj, elegir los detalles del tal modo que tu Daytona será único.
Si buscas un reloj deportivo y elegante, a tu gusto, todo clase y estilo, el Cosmpograph Daytona se convertirá en tu referencia.
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