En 2013 el Guild of Automotive Restorers de Canadá presentó una réplica casi exacta del mítico Bugatti Aerolithe. Pero no era una reconstrucción más de un coche clásico, no. En realidad no existe ni un solo modelo del original, lo que convierte a esta reproducción en el único ejemplar de un deportivo mítico.
Podemos poner reparos a que sea una recreación, a que no sea original. Bueno. El caso es que el mundo ha podido ver desde entonces aquel hito del motor del que no se disponen más que de fotografías y planos y algunas piezas y componentes. El Bugatti Aerolithe de hecho se vio poco incluso en su tiempo -se presentó en 1935 en los salones de Londres y París- aunque dejó una huella por su diseño y especial construcción. Y por cómo su construcción imprimió un carácter especial a su diseño.
Basado en la serie 57 de Bugatti, que ya era un modelo avanzado para su tiempo, la carrocería del Bugatti Aerolithe utilizaba en vez del aluminio una aleación de magnesio llamada Elektron. La inflamabilidad del magnesio dificultaba el soldado de las piezas lo que llevó a una sencilla solución de ingenio: remaches. De adelante a atrás, por encima de la carrocería y de los guardabarros, una costura de remaches (como un pliegue que sobresale de la carrocería) resultan una peculiaridad en el singular diseño deportivo del Aerolithe. Y digo singular porque hoy en día sigue siendo un diseño único, excepcional si lo pones en su contexto temporal.
Pero no sólo era un concept, el Bugatti Aerolite abrió paso a otro Bugatti mítico, el Atlantic, del que tan sólo se fabricarían 4 unidades, con el motor de ocho cilindros que desarrollaba una potencia excepcional de 210 caballos para alcanzar los 210 kilómetros por hora. Ponte en 1935, en un coche de estos y acelera a 210 km/h. Tiene que ser algo estremecedor.
Dentro de la colección que une a la relojera Parmigiani Fleurier con Bugatti, este año ha puesto en el mercado un modelo que rinde homenaje a este Bugatti Aerolithe Performance, más clásico y más para todos los públicos que los espectaculares Type 370, y los dos Super Sport, y más definido y elaborado. Y un gran reloj de pulsera. Más para todos los público, estéticamente muy deportivo sin perder ni un ápice de singularidad y elegancia.
Como el original, es una compendio de ingenio y belleza, moderno y excepcional. Desde la Côtes de Genève diamantada con la que se ha decorado la esfera (que incluye el logotipo de la constructora de coches) al relieve de la correa que se inspira en el patrón de sus asientos, todo recuerda a Bugatti en el ejercicio más ajustado de identidad de Parmigiani en esta serie. Incluso los colores azul y rojo que se ha utilizado elegantemente en toda la esfera.
En una amplia caja de titanio de 41 mm y 12.77 mm de grosor, el tacómetro recuerda los indicadores del salpicadero de un coche deportivo, con la indicación de los km/h y millas hora de hasta 400km/h. Otra especial escala taquimétrica más ajustada a pequeñas velocidades se muestra a las 3, el doble dial de minutos del cronógrafo a las 9. Por supuesto esfera de zafiro antireflectante que también se utiliza para la trasera de la caja.
El precio de este Bugatti Arolithe automático, cronógrafo y con flyback, con el movimiento de la casa de PF335,con 311 componentes y 68 joyas, está un poco por encima de los 20.000€. El precio de un magnífico reloj de Parmigiani Fluerier que bien podría ser un moderno Bugatti. Algo tan excepcional como el Bugatti Arolithe que no habrá que reconstruir.
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