Joyas

Un día en París con Chanel

Porque nadie como Chanel enjoya las veinticuatro horas de un día.

La alta joyería de Chanel buscan inspiración en sí misma, en el glamour de su origen de la mano de Cocó en los felices años 20, en el tiempo del café society, y lo hace enjoyando un día que comienza y ve su fin a medianoche.

La noche despierta con espaldas abiertas y pendientes largos, en la sofisticación del negro y la clásica elegancia Chanel. En piezas de van de lo figurativo a lo abstracto rodeando cuello y muñeca además de siguiendo la línea de tu cuello, el brillo de los diamantes contrasta con el profundo negro del Onyx. Es la hora del misterio y de las brujas, la hora a la que las cenicientas huyen y las mujeres de hoy en día, deslumbran.

Si la noche es misteriosa y oscura, el día amanece deslumbrante y brilla en oro blanco y rosa, en zafiros y también en diamantes porque ellos son para siempre y para todas las horas del día, también para las tempranas, para el desayuno en Place Vendôme.

A mediodía el mundo se transforma y también tú, cambias la soberbia elegancia con la que vivías la noche y el amancer por otra más juvenil tocada por un sombrero que pone el punto y final a un look de lo más hollywoodiense. Y sí, también en él brillan los eternos diamantes.

La tarde es el café y el té, la elegancia distendida y relajada, las conversaciones pausadas perladas de confesiones indiscretas y acompañadas con pastas, un charleston... y diamantes blancos incluso en el reloj.

A las seis, anticipando la noche, los pendientes se alargan en una bella sinfonía de diamantes de diferentes tamaños. Y cuatro horas más tarde, al caer el día, los tonos apastelados toman tus aspectos para endulzar el más romántico de los atardeceres, unos en París, junto al Senna y enjoyada con oro y zafiros incluso en la diadema.

Y así volvemos a la medianoche, la hora bruja, la de la sofisticación y el misterio, la de los aromas profundos y joyas en blanco y negro...  Es la alta joyería de Chanel, que nos seduce.