Viajaba porque hacerlo siempre le ponía de buen humor, pero sobre todo porque entendía que cuando lo hacía aprendía. Aprendía mucho.
Esta vez su destino era Asia. 11 horas de vuelo y al llegar, un par de horas de coche para poder instalarse en su hotel. Estaba allí porque hacía unos años había encontrado una nueva forma de expresión a través del papel, y sabía que ese país le daría una nueva dimensión a sus creaciones.
A las 11:00 del día siguiente un pequeño autobús algo destartalado, la llevaba a un antiguo taller de papel. Un buen amigo le aconsejó el lugar y ahora estaba allí, admirando la manera en que lo manejaban y cómo de un elemento tan cotidiano, lograban crear volúmenes y formas tan insólitas.
Aunque mezclando realidad y ficción esta es la historia de Ana, una argentina con un gusto exquisito y una portentosa forma de manejar el papel para crear joyas inspiradas en la naturaleza.
Sus creaciones que son casi piezas expositivas, consiguen aportar personalidad y ligereza a cualquiera que las luzca. Con sus propuestas, el diseño ecológico vuelve a llamar a nuestra puerta.
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