Para llegar a este corazón, que recibe el mismo nombre que la diosa romana del amor, Venus, en Graff Diamonds dedicaron hasta 18 meses para el tallado y pulido de un diamante de 357 kilates hasta convertirlo en un corazón perfecto de 118,78 kilates.
18 meses puede parecer mucho tiempo para la talla de una piedra pero, tratándose de un diamante único que llegaría a convertirse en un perfecto corazón, era el neceario; en Graff Diamonds confirman que lograr esa forma perfecta exige una exactitud absoluta en todos los detalles dado que la simetría -una simetría perfecta- es la primera característica que debe tener el diamante una vez es convertido en un corazón.
La carta de origen que acompañará a este diamante -desconocemos todavía si se comercializará por venta directa o será llevado a subasta- indica que la piedra de la nace proviene de Lesotho, un pequeño país territorialmente enclavado en Sudáfrica que es además miembro de la Commonwealth británica; se trata de una región famosa por sus minas de diamantes, también de otras piedras pero especialmente de diamantes, que hace con esta piedra más grande su leyenda.
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